Hay dos maneras de vivir la vida: una
como si nada es un milagro, la otra es
como si todo es un milagro. –Albert Einstein
Responsabilidad es la capacidad de responder. Me gusta recalcar esa definición redundante que escuché al principio de mis aprendizajes en responsabilidad social. En el fondo es una circunstancia ética frente a una conciencia coherente que define la capacidad de generar confianza o no, y es aplicable para personas y/o entidades.
Aún, después de tantos años, una gran mayoría de dirigentes y líderes empresariales continúan recurriendo a acciones de RS para mejorar el posicionamiento de marca personal y/o empresarial, como si ‘la conciencia y lo debido’ pudieran ser transaccionales.
Sigo observando con tristeza como desperdicia el tiempo (como si no fuera importante dejar un legado) nuestra administración en tomar decisiones egoístas, sin visión de largo (o mediano) plazo, solo para hallar réditos sociales (y políticos) que no conllevan a ninguna transformación. De hecho, ¡Qué auscencia de buen liderazgo en nuestra sociedad!
Requerimos una metamorfosis del pensamiento humano. La naturaleza nos lo reclama con urgencia y con ello nuevas reflexiones para el futuro. Se requieren estrategias y acciones de largo plazo, especialmente para la formación de conciencias comprometidas con el bienestar común.
Me encantan los jóvenes que genuinamente han ‘aprehendido’ la necesidad de construir un mundo mejor. Soy un convencido de que la actitud colaborativa de las nuevas generaciones permitirá edificar una sociedad más sensible a la injusticia, al dolor, a la inequidad y a las guerras.
Es sólo cuestión de tiempo…