Por: Felipe Saavedra Mercado, Supply Manager de Lubricantes & Químicos, Empresa Nacional de Energía -ENEX-, Chile
Ingeniero Químico de la Universidad de Santiago de Chile y Master en Administración de Negocios de la Universidad del Desarrollo. Cuenta con 14 años de experiencia en Cadenas de Suministro en empresas de combustibles, lubricantes y químicos. Actualmente se desempeña como Supply Manager de Lubricantes & Químicos, en la Empresa Nacional de Energía -ENEX-.
Hasta hace unos años atrás, hablar de cadenas de suministros nos llevaba rápidamente a pensar en todas las actividades que debíamos completar para poder llegar con un producto desde una fuente de origen hasta el consumidor final. Esta cadena incluso podía ser más compleja si implicaba más procesos, como la transformación a partir de materias primas. Lo anterior siempre pensando en que los tiempos y costos sean los menores posibles, para aumentar las rentabilidades de las compañías.
Esta corriente es mono objetivo y vulnerable cuando todo lo que está planificado se ve alterado por factores externos que no están previstos. Sin ir más lejos, es ver la situación actual de una pandemia que se sigue extendiendo en el tiempo, pero que ha tenido distintas etapas desde la mirada de las cadenas de suministro.
Marzo de 2020 fue, sin duda, uno de los frenos más importantes en la economía mundial en la historia. El mundo se paralizó, la gente estuvo en sus casas sin poder consumir con normalidad y las cadenas de bienes básicos se vieron estresadas ante un desafío nunca antes visto, donde hacer una compra en el mercado era algo muy difícil de lograr. Ante esto, las empresas que tenían procesos ya avanzados para despachos a domicilio tuvieron mayor facilidad en la adaptación, pero, como no estaba internalizado en todas las organizaciones, se abrió un espacio para empresas que nacieron para ocupar esa necesidad que les dejaron y, con la agilidad que caracteriza a empresas de menor tamaño, se lograron posicionar. Los meses fueron pasando y hoy es posible realizar una compra en línea y recibirla el mismo día.
Por otra parte, otras industrias de bienes no básicos recibieron un impacto más fuerte. La demanda bajó tan bruscamente que llegó a ser menor a la oferta existente; basta recordar en abril del 2020 cuando el valor del barril de petróleo llegó por debajo de los cero dólares por barril. Este frenazo fue pasando en muchas industrias.
Fueron pasando los meses y las compras de materias primas se detuvieron. Nadie quería llenar sus bodegas con productos que quedarían inmovilizados, una respuesta que parece obvia pensando en la rentabilidad del negocio, pero muchos dejaron pasar ahí una gran oportunidad: abastecerse a precios del mercado de ese momento y estar preparados para una reactivación que tendría que llegar. Esa reactivación llegó y de manera explosiva, como sucedió con China y la industria naviera. En este caso, las tarifas de Flete crecieron hasta 10 veces su valor, y esa alza vino a su vez acompañada del alza de las materias primas, es decir, una tormenta perfecta. Es ahí cuando quien tomó la decisión de esperar con sus bodegas llenas, no solo obtuvo rentabilidades que su competencia no, sino que tuvo el producto para sus clientes en el momento oportuno.
Entonces, cuando ya hay experiencia en ver cómo una cadena de suministro se ve quebrada tan fuertemente por no tomar las decisiones en el momento adecuado o por retrasar una acción, es cuando hay que aprender la lección de no dejar pasar el tiempo, de ver a nuestros alrededores y ser agentes de cambio positivo.
Hoy ya no basta solo con la mirada de rentabilidad inmediata, hay que estar atento e identificar las variables que nos puedan dejar sin competitividad; siempre debemos prepararnos para los cambios; una de estas variables es la sustentabilidad y responsabilidad empresarial. Hoy los pilares ambientales, sociales y responsabilidad empresarial están en las agendas de los principales líderes, están en la conciencia de las empresas y de la gente.
Pero, ¿por qué algo que no aporta una rentabilidad mayor debe estar en nuestra agenda obligada hoy? Ante esta pregunta las respuestas pueden ser vistas desde distintas aristas, pero, sin duda, van a fluir todas en una corriente que debe ser la de sumarse al cambio o, de lo contrario, quedaremos atrás en el futuro. Debemos buscar la manera de mitigar impactos ambientales o sociales de forma voluntaria y proactiva, adelantarnos y buscar alternativas en nuestros negocios para hacerlos sostenibles.
Por otra parte, ¿qué pasará con quienes no quieren sumarse a este cambio? La respuesta es sencilla, tendrán una competitividad en el corto plazo, pero llegará el momento en el que el cambio no será voluntario y, de seguro, una regulación los obligará a sumarse y, con esto, ya estarán en desventaja frente a sus competidores que sí tuvieron la conciencia y responsabilidad empresarial en el momento oportuno.
Cuando una organización va por el camino de la sostenibilidad, debe estar en la cultura de los equipos de trabajo para poder avanzar con un objetivo único y aprovechar las oportunidades que tengan disponibles para no perder la competitividad.
Los cambios en sustentabilidad no son solo para empresas multinacionales. De hecho, para empresas pequeñas y medianas, un factor clave en el inicio son los apoyos, incentivos y flexibilidades de los gobiernos para generar el cambio, dado que se encontrarán con subsidios u otro tipo de facilidad, porque es del interés del gobierno generar espacios que entreguen beneficios sociales y ambientales.
Probablemente lo más difícil es el primer paso, el de cambiar la mentalidad del ahorro de costos inmediato. Sin duda, el desafío es lograr el equilibrio entre pensar en la sustentabilidad y mantener la competitividad.