Los impactos ASG / ESG de sus compras, ¿Su empresa conoce cuáles son?

1921 1081 Revista RS Edición 95
Por: Fernando Passarelli, Coordinador de Valor, RSE + Competitividad AMIA BID Fomin – Argentina

Licenciado en Organización y Dirección Institucional en la Universidad Nacional de San Martín, Argentina. Postgrado Iberoamericano de Responsabilidad Social Empresarial y Posgrado en Gobernanza, Derechos Humanos y Cultura de Paz en la Universidad de Castilla-La Mancha. Posee Cursos Certificados de Reportes de Sustentabilidad GRI-G4 (GRI), de la Guía ISO 26.000 (VALOR) y de las Directrices de la ONU sobre Derechos Humanos y Empresa (Red Argentina del Pacto Global).

Todas las empresas, sin importar su tamaño ni el rubro en el cual operan, se desarrollan en un entorno que tiene mucha semejanza a un ecosistema; y dentro de sus características esenciales se destacan los balances que operan dentro del mismo, debido a la interdependencia de sus partes. Las partes de un ecosistema ejercen una importante influencia entre sí, y cualquier modificación en el desempeño de una de ellas afectará en menor o mayor medida a todo el conjunto.

Por ello, si bien, históricamente, comprar y contratar eran procesos considerados como puras transacciones destinadas al abastecimiento, y de ahí que se las considerara como “de apoyo”, hoy los líderes y directores empresariales se dan cuenta de que la competitividad y sostenibilidad de su empresa no depende exclusivamente de vender, sino también de saber comprar y contratar.

En términos de competitividad empresarial, cada decisión que una empresa toma buscando objetivos de rentabilidad económica, deberá considerarse en función de los impactos económicos, sociales y ambientales que dichas decisiones ejercen sobre otros actores clave para su negocio, en lo que se conoce como la cadena de valor. 

Una gestión sostenible requiere no solo de una toma de decisiones bajo el enfoque de triple dimensión, es decir, gestionando adecuadamente los impactos cruzados en los ámbitos económicos, sociales y ambientales, sino también tomar en cuenta los intereses y expectativas de nuestras partes interesadas clave de nuestro negocio.

A medida que las empresas comienzan a incorporar la responsabilidad social y la sostenibilidad en sus operaciones, ahora también deben realizar un seguimiento del cumplimiento de ASG / ESG de los proveedores en sus cadenas de suministro de varios niveles. El enfoque de gestión ASG o ESG, según sus siglas en inglés, si bien tiene su origen en las Inversiones Sostenibles, son aplicables actualmente a los negocios en forma integral, aportando la base conceptual para la toma de decisiones empresariales desde el enfoque del Ambiente, la Sociedad y la Gobernanza – ASG. 

Suponiendo que los objetivos de sostenibilidad y los KPI ya se hayan establecido, todo lo que falta es un marco para monitorear e influir en la mayor parte de sus redes de proveedores.

Los criterios ASG en la práctica, combinan uno o más de estos enfoques:

  • Filtrado negativo: la exclusión de vinculaciones basada en un factor o combinación de factores tales como consideraciones éticas, de valores o religiosas; o de incumplimiento de estándares y normas internacionales.
  • Filtrado positivo: desarrollar vinculaciones de manera consciente en las empresas con una buena puntuación en criterios ASG.
  • Compromiso: implica comprometerse con las empresas en las que se invierte en asuntos ASG, tales como remuneración de los ejecutivos, derechos de los accionistas, diversidad e información sobre los riesgos climáticos.
  • Integración: la incorporación explícita de la evaluación de riesgos y oportunidades ASG junto con el análisis financiero tradicional.
  • Temático: inversiones realizadas en temas de sostenibilidad tales como el agua, bajas emisiones de carbono o adaptación al cambio climático.
  • Impacto: inversiones realizadas con intención de generar un conjunto bien definido de objetivos sociales o ambientales junto con unos objetivos financieros; por ejemplo, inversión en fondos de bonos sociales en áreas como la educación o la vivienda asequible.

La actividad de compras es esencial y resulta cada vez más estratégica para las empresas, ya que todo peso ahorrado se refleja en forma directa en la cuenta de resultados, pero ¿ahorrar es siempre algo bueno? 

Cuando una empresa ahorra, lo hace esencialmente con base en dos alternativas: A) mejoras de gestión, innovación, diferenciación, etc., y B) reducción de precios de sus abastecedores.

Ahora bien, en la opción B todo precio tiene una elasticidad, esto quiere decir que cuando los abastecedores reducen sus precios para ganar un contrato, con base en razones ajenas a mejoras de gestión, innovación, diferenciación, etc., podemos estar en presencia de impactos muy negativos que de un modo u otro, y más temprano que tarde, implicarán un riesgo para la empresa compradora.

Estos impactos muy negativos podrían basarse en prácticas de precarización laboral, desinversión en seguridad e higiene, ausencia de estándares ambientales, vulneración de derechos humanos en colaboradores y la comunidad en la que opera, etc…

Algunas empresas confían su gestión a criterios de cumplimiento, con base en la normativa vigente, como si esta cobertura los dejaría a salvo de la totalidad de riesgos empresariales, pero esto no es así. El llamado compliance es una condición necesaria, pero no suficiente, para gestionar adecuadamente impactos y riesgos que pueden no estar penalizados según la ley, pero que generarán grandes perjuicios si no son identificados tempranamente para una gestión eficiente.  

Si los proveedores se perciben como meros engranajes de un mecanismo de abastecimiento, seguramente no estarán estimulados a superarse en sus desempeños, y sin su mejor esfuerzo y aporte, difícilmente se pueda llegar a buenos resultados.  

El valor de una empresa está cada vez más relacionado a los intangibles que posee y que gestiona, y, dentro de ellos, la reputación o el valor de marca dependen cada vez más de la percepción que se construye en los públicos clave con los que la empresa opera.

Por ello, el proceso de Debida Diligencia, entendido como la gestión empresarial proactiva y exhaustiva de identificación de impactos en la cadena de valor, más específicamente en los procesos de abastecimiento y compras, con un enfoque de triple dimensión (económica, social y ambiental), resulta imprescindible.

De manera complementaria, la implementación de un Protocolo Corporativo de Gestión Sostenible de Proveedores será la respuesta para una gestión que contemple estos impactos y riesgos y promueva condiciones específicas de relacionamiento con proveedores, con base en las categorías que se han establecido a partir del proceso de Debida Diligencia.

Por ello, toda empresa que quiera liderar su mercado, diferenciándose positivamente bajo el enfoque de la sostenibilidad, debería adoptar una postura proactiva en cuanto a conocer estos impactos, para diseñar un plan de respuesta, anticiparse a posibles riesgos potenciales y gestionar adecuadamente sus compras.