En la gestión de contratistas, la sostenibilidad es el engranaje del verdadero gana-gana

1255 836 Revista RS Edición 92
Martin Ahrens

Economista, Especialista en Finanzas y Máster en Economía de la Universidad de los Andes. Ha trabajado en Drummond Ltd. por más de 23 años liderando las áreas de Compras y Contratos, Importaciones y Logística, y Bodegas. Actualmente es Director de Gerencia de Materiales en Drummond Ltd.

Para una compañía que cuenta con más de mil contratistas, como en la que yo trabajo, es indispensable desarrollar mecanismos para sensibilizar con su estrategia de RSC a todos los actores de la cadena de suministro. Más allá de ser un marco normativo en el cual todos deben operar, lo que se busca es que se entienda que el desarrollo sostenible permite la viabilidad del negocio y contribuye con el progreso de los grupos de interés.

Independientemente del tamaño y el sector en el que se desarrollen las actividades, para cualquier empresa es una verdadera necesidad trabajar con proveedores que estén en armonía con sus políticas, procedimientos, controles, lineamientos y listas de chequeo. Esto es fundamental para alcanzar los estándares fijados, desde el punto de vista de calidad, oportunidad y precio; al igual que el desempeño social, económico y ambiental, lo que es especialmente importante para mantener la competitividad.

En ese sentido, sabemos que la trazabilidad es la mejor herramienta para garantizar una cadena de suministro amplia y con diferentes procesos de intermediación, así como la adaptación de las nuevas tecnologías a los procesos logísticos, el rediseño de las actividades que se realizan cuando sea necesario y la comunicación para que todos los actores de la cadena puedan trabajar de forma integrada y eficiente.

Es necesario emprender procesos que, si bien pueden ser dispendiosos, aseguran que todos (contratistas, empleados, entre otros) estén alineados en los objetivos, los estándares y las metas de la organización. Por eso, son recomendables iniciativas como la actualización del Manual de contratistas, incluyendo los siguientes aspectos relacionados con la estrategia de RSC, contratación de mano de obra local, servicios y suministros de la región, atención de peticiones, quejas y reclamos y reporte de inversión social voluntaria. Así mismo, es clave la implementación del Sistema de Administración de Riesgo de Lavado de Activos y Financiación del Terrorismo (Sarlaft), el Código de Ética y, por supuesto, el estricto cumplimiento de la normativa ambiental.

En cuanto a los contratistas de los territorios en los que operan las empresas, el compromiso debe ir más allá de la sola preferencia por compañías locales. Es claro que, en muchos casos, es necesario acudir a suministros producidos fuera de la región porque no se encuentran las características técnicas en cuanto a calidad ni en lo relacionado con prácticas ambientales, laborales o sociales.

Es en ese punto crucial en el que las empresas juegan un rol fundamental en los encadenamientos, la gestión de proveedores debe ser una estrategia en la que todos ponen. No se trata solamente de exigir ciertos estándares y el cumplimiento de diferentes variables económicas, ambientales y sociales. La sostenibilidad no solo se mide con un número de indicadores cumplidos, sino con la tangible disposición de apoyar a otras empresas, las que menos recursos y conocimientos tienen para alcanzarlos.

Entendemos que no solo basta con reclamar o con poner la vara alta para cumplir estándares, ya que si no generamos procesos de capacitación y aportamos al mejoramiento de la capacidad de las empresas de la región, nunca vamos a aumentar nuestro porcentaje de contratistas locales. Sin ayudarles a ellos a cumplir sus metas es mucho más difícil cumplir las propias.

En ese sentido, creemos que funciona muy bien el adelantar capacitaciones duales con el Sena, en la búsqueda de la profesionalización de la fuerza de trabajo local, con el propósito de brindar mayores oportunidades a los jóvenes de la región. Así mismo, es importante entrenar y auditar a los contratistas en cuanto a sus prácticas de seguridad industrial, alineándolas con las de las compañías. En ese sentido, todas nuestras estadísticas se refieren al conjunto de empleados directos y contratistas permanentes, con el fin de asegurar que todos estemos teniendo el mismo criterio. Del mismo modo, lo hacemos en el ámbito ambiental y el de Derechos Humanos, pues es así como nos evalúan nuestros clientes en el mercado de carbón.

Esa consciencia se alinea perfectamente con uno de los Objetivos del Desarrollo Sostenible: el ODS 17, de Alianzas para lograr los objetivos. Al contribuir y fortalecer las capacidades locales, podemos generar sinergias con nuestros contratistas y con toda la cadena de suministro para alcanzar las metas que se proponen las organizaciones.

En esa búsqueda por establecer mecanismos que incorporen la sostenibilidad como eje transversal de la gestión de contratistas, hemos aprendido lecciones para no hacer difícil lo que puede ser más fácil. De esta manera hemos definido procesos que, incluso, podrían adaptarse a múltiples industrias, en diferentes sectores de la economía, por su simplicidad y eficiencia.

En cuanto a la transversalidad, es determinante identificar necesidades comunes con los contratistas, para así aunar esfuerzos y agregar la demanda de bienes y servicios que pueden ser provistos por las comunidades del área de influencia.

Como mencioné anteriormente, este proceso no culmina con el pago de los contratistas tras obtener el bien o servicio por el que fueron contratados. Es ahí donde la evaluación de lo que se recibe permite identificar oportunidades de mejora, que dan lugar a ciclos de capacitación y sesiones de información. En esta fase surgen las alianzas necesarias para mejorar la calidad, oportunidad y estándares, hasta encontrar, en conjunto, la mejor forma del suministro. Además, el proceso no debe finalizar antes de que el cliente principal requiera de sus contratistas y proveedores el cumplimiento con todos sus compromisos de ley, como los laborales y tributarios.

Como plantea un informe de la consultora Deloitte, el que las empresas se enfrenten a una creciente demanda por asumir su responsabilidad en los impactos sociales y ambientales que generan, implica que revisen la relación con sus proveedores, que son aliados estratégicos para garantizar el éxito del negocio. En ese sentido, integrar a los contratistas a la gestión sostenible de la compañía mediante un trabajo colaborativo, es una de las más poderosas herramientas para disminuir los riesgos y alcanzar los resultados deseados por ambas partes.