Cadena de suministros competitiva y organizaciones sostenibles

1920 1080 Revista RS Edición 92
Andrés Felipe Trujillo

Ingeniero Industrial de la Pontificia Universidad Javeriana y Máster en Administración de Negocios. Cuenta con amplia experiencia en procesos de cadenas de abastecimiento y comerciales en empresas de consumo masivo y restaurantes. Actualmente es Director de Cadena de Abastecimiento en Procafecol S.A (empresa que opera la marca Juan Valdez).

Las nuevas tendencias en el mundo han generado mercados altamente cambiantes y  consumidores con mayor nivel de conciencia, lo que ha llevado a que las organizaciones tengan que generar procesos de transformación en donde las áreas Comerciales y las de Cadenas de Suministro juegan un papel fundamental para lograr la sostenibilidad del negocio.

Diseñar una cadena de suministro competitiva y sostenible, parte de identificar la necesidad de los clientes y mapear toda la cadena de valor para definir las estrategias, los procesos, los indicadores y los recursos necesarios para que las interacciones entre los stakeholders permitan generar valor compartido. Este valor se genera cuando se logra tener alineación entre las necesidades del mercado y se realiza una planeación articulada con los diferentes actores de la cadena, para que cada una de las partes pueda gestionar los procesos y recursos necesarios, y así atender la demanda de manera eficiente. 

Estudios demuestran que una cadena de suministro sostenible y rentable se logra creando un modelo de negocio claro para la organización que genere beneficios sociales y ambientales,  incrementando las ganancias un 20% y disminuyendo los costos logísticos hasta en un 16%, fortaleciendo su valor de marca hasta en un 30% y reduciendo su huella de carbono hasta en un 22%.

Cifras extraídas de: 1 Beyond Supply Chains: Empowering Resposible Value Chains, a study by Accenture and the World Economic Forum, 2015.

De esta manera, una vez las organizaciones logran construir una cadena de suministros competitiva que soporte las necesidades del negocio eficientemente y la sostenibilidad económica, se amplifican las oportunidades para desarrollar la variable de sostenibilidad social y ambiental en diferentes procesos, implementando distintos programas como aprovechamiento de residuos, reciclaje, uso de materias primas sostenibles, compras inclusivas, entre otros; lo que permite compartir valor y generar fuerte relacionamiento.

Por otro lado, en el mundo se han venido desarrollando de manera creciente asociaciones y entidades de diferente índole que se enfocan en construir alianzas con el sector privado para desarrollar programas integrales alrededor de diferentes objetivos, en los que interactúan con diversos stakeholders desarrollando estrategias 360º que ofrecen capacitación al público objetivo, aportando tecnología, acompañamiento y conectándolos con el sector privado de manera directa para minimizar al máximo los intermediarios y darle mayores oportunidades a este público objetivo de generar valor sostenible en el tiempo. 

No obstante, las alianzas entre el sector privado y las organizaciones son una de las mejores opciones para generar este tipo de estrategias; muchas organizaciones del sector privado han generado estructuras enfocadas en responsabilidad social, y se han concentrado en promover cultura al interior de las mismas para desarrollar programas integrales en las que con el apoyo de cada uno de los procesos de la organización han generado proyectos de alto impacto social autosostenibles en el tiempo y con gran capacidad de generar huellas que producen cambios muy positivos para la sociedad. 

Todos estos programas permiten que se genere equilibrio social en diferentes ecosistemas y minimizan el riesgo de tener grandes problemáticas sociales como guerras, narcotráfico, grupos de delincuencia, entre otros; que generan grandes desafíos para los países y terminan afectando todo el ecosistema.

Actualmente, las organizaciones sostenibles se han desarrollado mucho más rápido en multinacionales con presencia alrededor del mundo, ya que han replicado sus prácticas de países desarrollados en países emergentes, en donde las problemáticas sociales son mucho más profundas. Esto se ha logrado aprovechando recursos globales que se disponen transversalmente y, en la responsabilidad social que hace parte de su ADN y cultura organizacional, en donde no es negociable la aplicación de estas prácticas y se convierten en un mandato organizacional para los diferentes mercados en los que se tenga presencia. Diferente ocurre en organizaciones desarrolladas localmente en mercados emergentes, en donde el desarrollo de estas prácticas evoluciona de una manera menos ágil porque el foco primario es  la sostenibilidad de la organización.

Desde mi punto de vista esto no quiere decir que una organización pequeña no sea socialmente responsable, más aún cuando la sostenibilidad de la organización se constituye en la sostenibilidad de las personas y familias que de manera directa o indirecta se benefician del negocio y logran desarrollarse dentro de un ecosistema, es decir, que aunque una organización no logre generar programas con alcance externo a la misma, cada una de las actividades que realiza como objeto del negocio en pro de la sostenibilidad de la organización, también lo hace para todos los stakeholders. 

Finalmente, con situaciones como las que vivimos en el mundo por fenómenos como la pandemia del Covid-19, nos damos cuenta que la unión entre los diferentes actores de la sociedad permite generar acciones articuladas, con un objetivo en común, en donde la solidaridad y el trabajo en equipo son ejes fundamentales para compartir ideas, experiencias y recursos que generan esfuerzos y acciones para encontrar el camino y superar la crisis. 

Tal vez, después de que todo esto pase y el mundo logre recuperarse de los efectos generados, seamos más conscientes de que no estamos solos y que la responsabilidad social parte de cada uno de nosotros.