Somos cuadriculados, estructurados, definidos, de pensamiento lógico, no creemos en cuentos y solo hablamos en términos de ingeniería. Nos oyen lanzar cifras sobre la cadena de suministro, como llevamos el OTIF, cuántas posiciones de estiba y por segregación hemos colocado, cuántos camiones han estado disponibles y cuántos hemos logrado fidelizar, cómo van los índices de desempeño en la gestión de proveedores, qué hemos hecho en logística inversa, cómo va el presupuesto, las horas extras, cuánto hemos ahorrado, qué ideas nuevas hemos traído al sistema logístico, cuántas oportunidades de mejora hemos identificado en las operaciones, cómo tenemos la plantilla de personal y qué decisiones debemos adoptar para hacer que todo el sistema mejore y sea más eficaz, más eficiente.
Somos fríos pero amables, aunque no nos tiembla ni la voz ni el temperamento para tomar decisiones e imponer nuestro criterio, somos rojos tal como nos define una prueba DISC. Ahora, después de haber pasado una temporada en cuarentena y donde hemos podido ver que el planeta requiere de cambios sustanciales y donde nos hemos dado cuenta que, indiscutiblemente habrá un antes y un después, donde las relaciones no serán las mismas, donde la forma de saludar será diferente, donde seremos más ordenados, más pacientes, más civilizados, más humanos; surge una pregunta para nosotros, los gerentes, jefes, directores de logística y operaciones, ¿Seguiremos trabajando bajo los mismos conceptos y planteamientos de ingeniería deshumanizada que nos ha caracterizado?
Antes de responder, quisiera hacer énfasis en los grandes cambios que tuvimos que hacer en unos pocos días y materializar en unas pocas semanas, pues la cuarentena nos ha puesto en un plano en el que debimos reformular las operaciones, rediseñar la forma de hacer logística, reinventarnos y sacar lo mejor de nuestro ingenio, salieron ideas brillantes, surgieron personas a las que se les prendió el bombillo de una forma increíble y todos aplaudimos, también nos aporreamos, por supuesto, hubo caos, hubo temor, hubo descoordinación, pero al final, como siempre lo hacemos quienes trabajamos en logística y operaciones, las cosas se hicieron y todo llegó al cliente, a la línea de producción y el curso normal continuó.
En ese ajetreo en que hemos estado estas últimas semanas, también se hizo evidente que empezamos a preocuparnos por nuestros compañeros, por las demás personas de la organización, por nuestros pares, nuestros colaboradores, nuestros jefes, nuestras empresas, y allí se plantó una semilla en todos nosotros, los ingenieros desalmados que hemos sido siempre, una semilla de amor, una semilla que nos hizo volver un poco a la humanidad.
Esa semilla nos puso a hablar un lenguaje desconocido para muchos y tangencialmente conocido para otros y para unos pocos, muy pocos, su lenguaje habitual, nos puso a hablar de amor, si, así como lo leen, amor. Pues cuando te preocupas por el otro, cuando tienes en tu cabeza que debes hacer funcionar la cadena de suministro, pero debes cuidar, ahora sí, cuidar a tu gente, no solo en los reportes de accidentalidad, sino en su bienestar físico, emocional y preocuparte por que no se contagie, entonces, estás experimentando amor.
Que tema más difícil de entender para estos líderes que hemos sido, fríos y calculadores, que solo nos preocupábamos por los elementos de protección personal porque nos tocaba, que solo llenábamos algunos datos sobre accidentalidad y que no queríamos que nada le pasara a nadie porque el papeleo era una jartera. Ahora nos preocupamos de verdad y sentimos amor por el otro, porque tengo que cuidarlo, pues de que yo cuide a mi equipo de trabajo puede depender la vida de mi familia o la mía misma.
Ahora si respondamos la pregunta ¿Seguiremos trabajando bajo los mismos conceptos y planteamientos de ingeniería deshumanizada que nos ha caracterizado?
La respuesta tajante es NO. Sin lugar a dudas debemos cambiar nuestra forma de ver a nuestro equipo de trabajo y más aún debemos cambiar nuestra forma de ver a nuestra empresa y su interrelación con el planeta.
Más allá del tema ambiental que todos debemos manejar por las disposiciones gubernamentales, el sistema de seguridad y salud en el trabajo, la matriz de riesgos y el sistema integrado de gestión de calidad, debemos también liderar un cambio en cómo percibimos la cadena logística y todo el conjunto de operaciones de la empresa.
Este nuevo líder que debe nacer luego de este proceso acelerado y despiadado que hemos sufrido, debe tener unas características que sean acordes al nuevo modelo que el planeta nos ha impuesto.
¿De qué hablo exactamente? Hablo de que los ingenieros ahora sí podremos hablar de amor sin esperar miradas juzgadoras, sin esperar que nuestro líder o el gerente general de la empresa nos aviente un sermón, sin esperar que nos vean como un profesional que se metió en alguna secta religiosa, por el contrario, cuando nosotros, los ingenieros empecemos a hablar de amor, a hablar de cuidar al otro, a asignar presupuesto no solo a capacitaciones en temas técnicos sino en capacitaciones relacionadas con la gestión emocional de nuestros colaboradores, entonces, estaremos liderando desde el papel del nuevo líder post-cuarentena.
Les puedo asegurar que muchos ingenieros hemos estado en las sombras en nuestras empresas, esperando poder hablar de amor sin que perdamos relevancia profesional, y ahora que se ha generado un ambiente propicio para hacerlo debemos aprovechar la oportunidad y ser líderes de la humanización de las empresas, de volver al Ser para encontrar que no solo somos entes que cambian tiempo por dinero sino que somos seres humanos que podemos ser agentes de un cambio profundo en la dinámica organizacional.
Es hora de usar nuestros títulos y hacerle honor a la palabra ingeniero, pues estamos hechos para ingeniar, para pensar, para inventar, para abrir las puertas de un futuro en el que nuestras realidades sean más coherentes con nuestros propósitos personales a la vez que nuestras empresas se conviertan, además de nuestra fuente de ingresos, en la fuente que provee propósito emocional en nuestras vidas. Solo allí podremos decir que “Los ingenieros sí hablamos de amor”