Desde los inicios de lo que hoy conocemos como cadenas de abastecimiento a comienzos de los 80 hasta la conceptualización moderna de cadenas de valor, el mundo industrial de productos y algunos servicios ha recorrido diferentes etapas de evolución en sus procesos de transportar y transformar materiales hacia y desde el cliente.
Hemos recorrido, como profesionales de cadenas de suministro, un largo camino de aprendizaje y generación de valor.
En términos de procesos nos hemos movido desde lo más simple, como hacer bien las entregas a clientes en calidad y tiempo, tener inventarios confiable para satisfacer las expectativas comerciales – cadenas de abastecimiento 2.0 -, hasta procesos E2E (end to end) soportados en el modelo SCOR (Supply Chain Operations Reference) y enfocados en macroprocesos como abastecer, transformar, logística al cliente y sus respectivos movimientos inversos con toda la teoría colaborativa de cómo entrelazar cadenas – cadenas de abastecimiento 4.0.
Igualmente, hemos evolucionado en el uso de tecnología desde un básico Excel, RFID, EDI y CRM, hasta opciones actuales como IA (Inteligencia Artificial); IoT (Internet de las Cosas); Big Data o Machine Learning, usadas para detectar clientes potenciales, predecir tendencias, anticiparnos a los consumos conectando a clientes de clientes con proveedores de proveedores a través de sensores en toda la operación, todo geolocalizado en tiempo real y con la lectura exacta de las condiciones ambientales para así decidir anticipadamente, con un margen de error mínimo lo que debemos hacer.
Hablando de las personas, los profesionales que hemos recorrido este camino, hemos tenido un proceso evolutivo no menos interesante. Términos como bodegueros, encargados de transporte o jefes de materiales son parte del pasado. Ahora vemos vicepresidencias de supply chain, directores de compras o gerentes de experiencia en el cliente; profesionales totalmente integrales e influenciadores capaces de ir de la mano con los líderes comerciales a presentar propuestas de valor a los clientes desde sus operaciones, y al mismo tiempo gerenciar proveedores, no sólo segmentándolos, si no convirtiéndolos en verdaderos socios estratégicos.
Todo esto es excelente y seguramente veremos más avances, la mayoría con el objeto de hacer operaciones más lean, más competitivas, más rentables; anticipándonos a las cosas. Finalmente recordemos que logística en una definición muy romántica es el arte de anticiparnos.
Pero estos niveles altos de eficiencia en nuestros procesos, sólo serán sinónimo de competitividad si lo hacemos con el correcto enfoque de sostenibilidad; cada vez más, el mundo nos invita a no ser solamente globales en términos de nuestros mercados, si no ser globales también en términos de cómo vemos nuestros recursos.
Reflexionemos un poco:
¿Vale la pena gastar más combustible, consumir más energía, generar inconvenientes de movilidad para tener un almacén satélite y cumplir una entrega en 2 horas cuando, si planeamos organizadamente, podemos atender desde el CD principal, así nos tome 1 día llegar al cliente?
¿Vale la pena volar miles de Km, para importar un producto cuando de pronto invirtiendo en desarrollar un proveedor local podemos optimizar nuestra huella de carbono y no emitir miles de partículas tóxicas al ambiente?
A estas dos preguntas probablemente algún alto ejecutivo responderá que no puede bajar su promesa de servicio al cliente y algún director de manufactura dirá que la materia prima importada es de mejor calidad ¿Pero a largo plazo qué pasa con nuestros recursos?
A nuestros indicadores de flujo de caja, rotación de inventarios, precisión del pronóstico, costo de producto, niveles de servicio, reclamos, costos de abastecimiento y todos los tradicionales, debemos sin duda incorporarles números que nos digan que tan amigables y responsables estamos siendo con nuestro medio ambiente y con la sociedad que interviene en esos largos caminos de nuestras plantas hasta nuestros clientes.
Más allá de la huella de carbono; y más ahora en tiempos de pandemias, de incendios devastadores en nuestros bosques, en tiempos donde se encuentran islas completas de plástico mal utilizado; debemos promover indicadores de otro nivel que nos digan cómo estamos usando nuestros recursos. Qué tan eficientes somos con el uso del agua; la energía y los materiales (combustible entre ellos) usados en nuestros procesos de abastecimiento, producción o logística hacia el cliente, estos deben tener una medida con sus respectivas metas y planes de acción ante el no cumplimiento.
Ya no debe ser exclusivo de la planta de producción, ya debe ser extendido a toda la cadena de abastecimiento.
No solo porque Dow Jones ya tenga un índice de sostenibilidad para las compañías que transan sus acciones en bolsa o porque algún líder global de sostenibilidad en nuestras organizaciones lo impone, va más allá de una métrica normal. Es un grupo de métricas que usará nuestro planeta para evaluarnos. ¿Qué le estamos aportando a nuestro ecosistema mientras tenemos las cadenas de abastecimiento más eficientes?, ¿Qué tanto enfoque de sostenibilidad tenemos y cual debemos tener? Sostenibilidad no puede ser sólo una característica empresarial financiera; debe ser un concepto integral.
Al final todo se medirá en términos financieros, pero hasta en eso claramente es muy buena inversión pensar en nuestros recursos. Por supuesto, no lo podemos hacer solos; más que nunca debemos ser colaborativos, crear ecosistemas de sostenibilidad logística con nuestros clientes y proveedores e involucrar modelos disruptivos de economía circular con índices claros de aprovechamiento ahora que tenemos en el país la meta 30/30 (30% de aprovechamiento en el año 2.030) siendo parte del OCDE, conectándonos 100% con los objetivos de sostenibilidad definidos por la ONU y definiendo operaciones de mutua ganancia, pero sobre todo de ganancia global frente al uso de nuestros recursos.
Es el momento más oportuno para pensar fuera de la caja, encontrar el océano azul de las operaciones, ser disruptivos, tener pensamiento eco-lean, crear cadenas eco-logísticas, impulsar la creación de eco-empaques, estimular el retorno de los envases y embalajes, y hacer todo aquello que sumado a los mejores procesos, última tecnología y a las mejores personas, nos lleven a ser competitivos y sostenibles desde la óptica del planeta entero.