Por: Bernardo Kliksberg, Asesor – ONU, BID, UNESCO, UNICEF, OIT, OEA, OPS, entre otros organismos – Argentina
Reconocida autoridad internacional en responsabilidad social empresarial, capital social y ética para el desarrollo. Considerado el pionero de una nueva disciplina: la gerencia social, que prioriza la dimensión ética y espiritual de la persona con el objetivo de alcanzar un nivel de desarrollo humano que ponga fin a la pobreza. Fundador y Director de la Iniciativa Interamericana de Capital Social, Ética y Desarrollo patrocinada por el BID, y los Gobiernos de Noruega y Canadá, y es el creador del programa de formación en gerencia social de las Naciones Unidas. Líder en la renovación del pensamiento sobre la reforma del Estado, la administración pública, el servicio civil, y la formación de altos funcionarios públicos. Asesor de la ONU, BID, UNESCO, UNICEF, OIT, OEA y OPS entre otros organismos.
Se cumplieron 50 años desde que Milton Friedman publicó su artículo titulado: “La responsabilidad social de las empresas es aumentar sus ganancias”; en el postulaba que no existe tal responsabilidad social, que las empresas no tienen responsabilidades sino sólo los individuos, que los directores eran responsables únicamente ante sus dueños y en maximizar beneficios. Bill George (Harvard) destaca que “Friedmann excomulgó a los líderes empresariales que estuvieron preocupados por sus empleados, la comunidad y el medio ambiente… Sus teorías tuvieron una monumental influencia sobre generaciones de economistas y ejecutivos que siguieron su filosofía”.
Friedmann rechazó la idea de stakeholders involucrados, ¡pero se equivocó! Las decisiones de las empresas afectan a muchos públicos, y debe tenerlos muy en cuenta. Si no contempla esos efectos puede causar serios daños a los stakeholders, al medio ambiente y al interés colectivo; además pone en peligro su misma sustentabilidad.
181 prominentes CEOS suscribieron en el 2019 una declaración en donde revisaron críticamente la doctrina Friedmann. La influyente Business Round Table, que integra 150 empresas líderes mundiales, cambió en el 2019 su misión, antes ligada a las ideas de Friedmann.
Las empresas deben tener un compromiso fundamental con todos sus stakeholders, como los empleados, consumidores, proveedores,las comunidades afectadas y el medio ambiente.
Líderes empresariales muy respetados como Marc Benioff, creador del gigante tecnológico Sales Force dice (2020):
“El ensayo de Friedmann lavó el cerebro a una generación de CEOS que creyeron que su única responsabilidad era hacer dinero. Las comunidades fuera de las empresas no son nuestro problema; nunca estuve de acuerdo con ellos, y las decadas han mostrado su miopía. Su obsesión con maximizar las ganancias para los accionistas, nos trajo terribles desigualdades económicas, raciales y de salud, además que dio inicio a la catástrofe del cambio climático”.
Otro super empresario, el fundador de Starbucks, Howard Schulz (2020) resulta que: “La misión de nuestra empresa refuta a Friedmann; somos un activo económico, intelectual y social en las comunidades en que operamos”. George muestra que la gran crisis especulativa que se dio entre los años 2008 y 2009 estuvo muy incidida por Friedmann. ”Su influencia crecía mientras que el mercado de acciones se hacía cada vez más cortoplacista y la tenencia de acciones promedio caía de 8 años a 6 meses… Ello llevó a quiebras; escala en el 2002 de grandes empresas, y a la caída después de los mayores grupos financieros como Lehman Brothers, Bear Stearns, y otros”.
La estrecha fijación en las ganancias, se dio tras la depredación ambiental salvaje de algunas grandes petroleras y mineras, y las prácticas antiéticas de grupos empresariales. Uno de los escándalos más coyunturales fue el de Volkswagen, quienes engañaron los controles estatales para ocultar la emisión de óxidos de nitrógenos en proporción 20 veces mayor que lo permitido, lo cual les significó el desembolso de 30.000 millones de dólares en multas.
Las nuevas generaciones respaldan masivamente en las encuestas a empresas “verdes”, y generadoras de valor social. Ha aparecido con mucha fuerza un nuevo concepto antagónico al de Friedman; ya no basta con que las empresas tengan los permisos legales para poder operar, deben tener hoy legitimidad social. Esa legitimidad sólo se alcanza con fuerte relacionamiento social con los stakeholders, y contribuyendo vigorosamente a enfrentar el calentamiento global, y hoy el coronavirus.
La reputación de las empresas, un activo esencial para su performance, está muy vinculada actualmente a como tratan a su personal en la crisis de salud actual. Mr. Kramer sugiere en el Harvard Business Review que entre otros aspectos deberían: no despedir y mantener los salarios, dar créditos o préstamos a los empleados que los necesitan, hacer que estén cubiertos por buenos seguros de salud. Este tipo de prácticas ya están siendo implementadas por empresas B como Patagonia, Natura, y otras.
En práctica ejemplar, una empresa líder en amoblamientos en Estados Unidos, Wayfarer, subió los salarios de sus 17.000 trabajadores, bajo riesgos, estableció primas para los más expuestos, entregó bonos y apoyos para el cuidado de los niños, y pago tiempo libre adicional. Esto porque quieren profundizar su compromiso con su personal y sus familias.
Las empresas con credos de servicio, y las inversiones de impacto, no solo son sostenibles, sino según múltiples fuentes, están superando las tasas de retorno, de las convencionales en medio de la pandemia.
En América Latina como en otras regiones, en todas las grandes áreas empresariales, las sociedades demandan una gerencia inteligente y comprometida con la comunidad, que lidere las empresas hacia la sostenibilidad y la participación activa en la construcción de sociedades educadas, saludables, e inclusivas.