Rodrigo Varela
Especialista en Finanzas Sostenibles y Evaluación de Riesgos ASG dentro del sector financiero, con más de 15 años de experiencia profesional. Expositor en conferencias sobre Evaluación de Riesgos ASG en el sector financiero en Chile y en el extranjero. Capacitador UNEP-FI sobre Finanzas Sostenibles y Riesgos ASG y profesor de la Universidad de Chile en el diplomado de “Cambio Climático: aspectos económicos y financieros” y del diplomado de “Finanzas Sostenibles” de la Universidad Finis Terrae. Actualmente, es Director de Gea Global, empresa dedicada a la asesoría en Finanzas Sostenibles y Riesgos ASG.
El 2020 demostró ser un año que rompió paradigmas, ni las centurias de Nostradamus podrían haber proyectado todo lo que ocurriría. Los países latinoamericanos inmersos en sus problemas y viendo cómo solucionar diferentes aspectos económicos y sociales, observando además la guerra comercial de Estados Unidos con China, o la recuperación de las economías de los países del viejo mundo.
Argentina y Uruguay empezando un nuevo mandato presidencial con cambio de tendencia política, Brasil tratando de recuperar una economía muy lastimada, Perú lidiando con graves problemas de corrupción en el congreso, Chile intentando solucionar una crisis social, y Venezuela con una inflación astronómica, por mencionar algunos.
Luego vendría el COVID-19, la gran pandemia que afectó a todas las economías del mundo. Hay un dicho, de los amantes de la hípica, que dice “con el diario del lunes es muy fácil embocarle a la carrera del domingo”, por lo que ahora se puede analizar y mirar hacia atrás y ver qué es lo que realmente pasó.
Se habla de una nueva normalidad y varios de los antiguos problemas se han potenciado. En conclusión, podríamos decir que los efectos de la pandemia fueron más negativos que positivos. Sin embargo, sí existieron aspectos positivos y que podemos analizar y quizás replicar.
Se ha demostrado como resultado de la pandemia que las empresas que aplicaban una estrategia de sostenibilidad en sus negocios han podido sortear de mejor manera los aspectos negativos. Tanto desde el punto de vista interno en la relación con sus empleados. Por ejemplo, algunos ya utilizaban el teletrabajo, por lo que con la pandemia fue tan solo una extensión de lo que ya predicaban, o con la relación con el cliente por medio del e-commerce.
Lo anterior, también se ve reflejado en cómo el sector financiero ha mostrado mejores retornos en las inversiones que consideran los aspectos Ambientales, Sociales y de Gobernanza (ASG) que los que no.
El sector financiero mostró un gran avance en materia de Inversión Responsable. Cada día son más las instituciones que se adhieren a iniciativas tales como los Principios de Inversión Responsable, o los Principios de Banca Responsable; ambas de la Iniciativa Financiera del Programa de las Naciones Unidas para el medioambiente.
Tampoco se puede decir que estos cambios se atribuyen solo al COVID-19, o a una nueva forma de actuar de las empresas, es el resultado también del comportamiento de los consumidores, o mejor dicho, de los nuevos consumidores, los millennials y la generación Z.
En los próximos 10 años estas nuevas generaciones serán quienes acaparen el mercado laboral. En Chile ocupan cerca del 40% del mercado laboral.
Sumándole que los millennials heredarán más de 40 billones de dólares, convirtiéndolos en la generación más rica de la historia de la humanidad, ya existiendo hoy más de 618.000 millennials millonarios.
Estas nuevas generaciones no solo tienen un comportamiento diferente al de sus progenitores, siendo mucho más preocupadas por los impactos ambientales y sociales de las empresas, sino que además son quienes tendrán el dinero para definir dónde, cómo y con qué criterios hacer una inversión. Razón por la cual si la gobernanza de las empresas no empieza a dilucidar esos cambios, me animo a decir que les será más difícil calzar en el nuevo mundo con sus nuevas reglas.
No se puede dejar de lado otro aspecto fundamental, el cambio climático, el cual no solo ha generado miles de millones de dólares en pérdidas en diferentes industrias, sino que además, y muy lamentablemente, ha cobrado vidas humanas. Pero al igual que del análisis del COVID-19 también se puede observar una gran oportunidad de revertirlo.
Actualmente, la lucha contra el cambio climático es algo que está en la agenda de la gran mayoría de los países (en especial de los que componen el Acuerdo de París) por lo que esto también permite identificar nuevas oportunidades de inversión, que no solo son rentables financieramente, sino que además aportan a combatir el cambio climático. Un claro ejemplo de esto es el aumento en las inversiones en energías renovables, o como el fondo soberano más grande del mundo se desliga del carbón, o como han aumentado los diferentes fondos de inversión con impacto y/o foco en sostenibilidad y criterios ASG.
Las instituciones financieras cumplen un rol primordial en este nuevo juego, ya que son quienes llegan a todas las industrias, por lo que son quienes deben considerar estos aspectos sin falta. Pero no por un mandato o una norma, sino como una oportunidad. Las Inversiones Responsables son cada día la nueva moneda a utilizar, no pasarán muchos años que en lugar de que la noticia sea “El Banco X crea un fondo de inversión con criterios ASG”, sino que el titular que sorprenda sea el que mencione “El Banco X aún mantiene un fondo que aporta a los Gases de Efecto Invernadero”, y eso será porque los criterios de sostenibilidad y ASG serán parte del ADN de cualquier negocio.
Milton Friedman predicó la teoría del Shareholder, donde la empresa solo tiene que buscar la rentabilidad de sus accionistas. Hoy en día, está más que claro que cualquier empresa que la aplique tiene una “muerte” asegurada. Hoy, las empresas deben colocar al stakeholder como centro de su negocio, considerando la relación que mantenga con cada stakeholder.
Antiguamente se enseñaba en las universidades que la empresa más grande era la que adquiría a las más chicas, luego se pasó a que la más rápida le ganaba a la más lenta. Actualmente, esas dos premisas se mantienen, pero no en su totalidad, sino que la actualidad ha demostrado que la que sobrevive es la que más rápido se adapta al cambio.
Podríamos decir que la teoría de Darwín, desde un enfoque empresarial, es lo que aplica en este nuevo mundo, siendo los resultados del COVID-19 un claro ejemplo, y cómo la incorporación de los criterios ASG y las Inversiones Responsables son la nueva especie y resultado de la evolución.