El pasado, presente y futuro de la transición energética. Por: Roxana Serpa, Consultora Independiente, miembro de la Association of International Energy Negotiatiors (AIEN)

El pasado, presente y futuro de la transición energética. Por: Roxana Serpa, Consultora Independiente, miembro de la Association of International Energy Negotiatiors (AIEN)

1920 1280 Revista RS Edición 100

Roxana Serpa


Consultora Independiente, miembro de la Association of International Energy Negotiators (AIEN)

Roxana Serpa es Abogada, MCL, MBA, Diplomada en Energías Renovables y miembro de la Association of International Energy Negotiators (AIEN). Roxana cuenta con más de 28 años de experiencia profesional en la industria de la energía habiendo trabajado para entidades públicas y privadas de primer nivel y con una trayectoria a nivel global que incluye proyectos de desarrollo de negocios relativos a más de 40 países. Actualmente Roxana es Consultora Independiente y participa activamente en temas relacionados con el desarrollo de elementos facilitadores y cadenas de valor de la transición energética, con énfasis en el hidrógeno verde.

Como bien se dice la única constante es el cambio y bajo ese criterio nos encontramos siempre en un tiempo de transición, en diferentes etapas de los procesos, y avanzando.

Un proceso de transición energética involucra cambios sustanciales en cómo se genera, distribuye, y se aprovecha la energía. A lo largo de la historia se han llevado a cabo varias transiciones energéticas, las cuales se han presentado como respuestas o consecuencias de factores económicos, tecnológicos y geopolíticos, entre otros.

Esta transición que vivimos surge como producto del avance en la eficiencia tecnológica, y se acelera y vincula a un tema de seguridad geopolítica y a una crisis climática que, minimizada por algunos, relegada por otros e ignorada por muchos, exige el cambio en patrones de generación y utilización de energía. El propósito es mitigar el impacto de un calentamiento global que es causado por los niveles de emisiones de Gases de Efecto Invernadero.

La transición energética requiere reducir el consumo de energía fósil, ser eficientes energéticamente y aprovechar los recursos renovables, sus vectores y derivados. Hace poco escuchaba al CEO de una reconocida empresa que indicaba que hay tanto en juego (nuestro planeta y la vida misma del ser humano) que no podemos darnos el lujo de vacilar en las decisiones o de quedarnos en buenas intenciones.

Hay dos factores importantes para el éxito de la transición energética, por un lado se necesita crear conciencia de la externalidad y, por el otro, tener políticas y reglas claras.

Es fundamental concientizar a todos los sectores en cuanto a la crisis climática y sus impactos. Aquí el tema primordial es el famoso “why” de la teoría del liderazgo o la razón por la cual nos comprometemos a actuar, el propósito. Cada individuo y entidad que haga suyo el “why”, reconociendo y valorizando las externalidades que motivan esta transición energética, es un agente de cambio. Independientemente del rol que nos toca desempeñar, cada persona y entidad tiene el poder y la posibilidad de influenciar el sistema. Los contextos serán distintos así como las posibilidades de cada individuo u organización pero, si cada vez que elegimos recordamos nuestro “why”, estaremos enviando las señales correctas al mercado.

A la par de la internalización de las externalidades es imprescindible contar con políticas claras, decididas y transparentes, que atraigan capitales e incentiven inversiones, que den impulso a los emprendedores y a la investigación científica, que otorguen seguridad y reconozcan el esfuerzo. No todos los países y regiones tienen las mismas posibilidades o recursos y cada regulador haría bien en buscar los mecanismos que se adapten a sus realidades (desde la perspectiva del energy trilemma) y complementen los mismos con otros existentes y disponibles. Las contribuciones deben sumarse a nivel global.

En este proceso veo el rol de los gobiernos como articuladores, les compete ser facilitadores. Ello implica por ejemplo simplificar procesos, asegurar el acceso a la energía, promover inversión en infraestructura que permita conectar fuentes de energía con los usuarios, otorgar garantías y permitir un sistema flexible que fortalezca la innovación y el emprendimiento. Se requiere implementar medidas que impulsen el desarrollo de industrias limpias que generan puestos de trabajo, dinamizan economías, y apoyan el cumplimiento de los compromisos de contribuciones nacionalmente determinadas asumidas por cada país. Ser facilitador también implica tender los lazos con otros gobiernos o entidades que compartan experiencia, financiamiento o pavimenten el camino hacia los mercados internacionales.

El éxito de la transición implica pasar de tener múltiples prospectos en portafolios de empresas y gobiernos a progresar los mismos a proyectos reales con decisión final de inversión y que puedan pasar rápidamente a ejecución. Ello requiere avanzar en forma integrada el desarrollo de la cadena de valor.

Empecé con el “why” porque sin un propósito los accionistas de las empresas votarían por ganancias inmediatas sacrificando el futuro de las próximas generaciones; los defensores de las leyes termodinámicas dirían que tal o cual proceso no es eficiente o no es económico y abogarían por el status-quo; los proyectos seguirían acumulándose esperando los permisos o esperando cupo en sistemas de transmisión; los investigadores no recibirían fondos que les permitieran desarrollar soluciones; los empresarios no buscarían innovar comercialmente para llevar a cabo proyectos; los gobiernos continuarían solventando industrias contaminantes sin exigir que se asuman compromisos sostenibles reales; los consumidores no buscarían reducir su huella ambiental; los financistas incluirían un factor riesgo elevado que encarecería el acceso a los capitales, y los pueblos y comunidades no estarían dispuestos a trabajar conjuntamente para preservar un futuro. El “why” es el eje central.

El propósito y el esfuerzo debe ser conjunto. La transición energética implica colaboración, integración e innovación. La transición es inclusiva.

La demanda de energía en las próximas décadas requerirá de muchas soluciones que coexistan y que en conjunto logren reducir la brecha existente entre las proyecciones actuales y el 1.5 ⁰C establecido en el Acuerdo de París.

Recordemos, no es el momento de vacilaciones o buenas intenciones, es el momento de actuar y de hacerlo decididamente porque la diferencia entre la reducción de emisiones que se necesita y la que se implementa se acrecienta cada año. La utilización de formas de energía sostenible permitirá hacer frente a la crisis climática pero exige el compromiso de todos los actores, los que la producen, los que la utilizaran, y de todos los que se encuentran en la cadena de valor. Cada aporte cuenta.