Sostenibilidad: nuevos roles y capacidades para las entidades financieras.

1280 720 Revista RS Edición 99

Por:  Fernando Varela, Codirector de los programas de formación en LEAD Sostenibilidad y EFS Entidades Financieras Sostenibles

Fernando Varela de Ugarte, profesional especialista en Sostenibilidad Corporativa y factores ASG. Codirector de los programas de formación LEAD Sostenibilidad y EFS Entidades Financieras Sostenibles. Doctor Ingeniero Industrial. Dirige una firma de asesoría en integración de la sostenibilidad. Ha sido Director de División de una multinacional de la Ingeniería y Consultoría y responsable de la estrategia de sostenibilidad. Experiencia de más de 20 años en consultoría con las principales instituciones financieras y multilaterales y con entidades privadas. Autor de la Guía Invertir con Propósito.

La sostenibilidad, que se ha convertido en un catalizador de cambio sin precedentes, ha sido impulsada por una confluencia de fuerzas, entre las cuales me gustaría destacar a aquellas autoridades internacionales que han apostado específicamente por el sector financiero, convirtiéndolo en agente-palanca de esta transformación y acelerando el proceso, fundamentalmente, a través de la regulación.

El cambio se percibe en varias áreas geográficas, pero resulta destacable el impulso que actualmente se está experimentando en la Unión Europea, con influencia a nivel global. El Plan de Acción de Finanzas Sostenibles de la UE constituye toda una revolución en el sector, al incluir numerosas iniciativas regulatorias dirigidas a reorientar los flujos de capital hacia inversiones sostenibles, a gestionar mejor los riesgos financieros y a fomentar la transparencia y el largo plazo en las actividades financieras.

En realidad, lo que se está promoviendo e impulsando es que el sector financiero tome partido frente a la encrucijada económica, ambiental y social en la que nos encontramos, desarrollando una actitud proactiva y favorable a la transición hacia una economía más sostenible.

La regulación está jugando un papel de transformación importante, pero hay otras razones que invitan a que las entidades financieras integren la sostenibilidad en sus políticas y procesos: los riesgos reales asociados a los factores ASG y especialmente al cambio climático; la rentabilidad diferencial favorable asociada a este tipo de inversiones; el aumento de financiación pública y privada con esta orientación; la capitalización de las oportunidades que esta transformación representa; los compromisos de países y organismos asociados a la transición ecológica; y la sensibilidad creciente de clientes y consumidores.

En todo caso, la integración de la sostenibilidad en las entidades financieras es un proceso con muchas vertientes y que supone un verdadero cambio cultural.

El desarrollo de modelos de negocio más sostenibles, por parte de las entidades financieras, exige reorientar las estrategias, elevar la importancia de las cuestiones de sostenibilidad en la toma de decisiones y el gobierno corporativo, establecer compromisos, cambios organizativos y nuevas capacidades, así como revisar la oferta de productos y servicios. Todo ello poniendo el foco en la generación de valor compartido: combinando el beneficio para la entidad y para la sociedad.

Esta integración de la sostenibilidad conlleva acciones tales como: el desarrollo de políticas corporativas específicas; la inclusión de objetivos corporativos asociados a parámetros de sostenibilidad; la extensión del análisis a los riesgos no financieros; el desarrollo de estrategias de inversión sostenible; la adecuación del asesoramiento financiero; la medición del impacto; y un mayor activismo frente a las empresas.

No es, por supuesto, una tarea fácil y además requiere desarrollar y actualizar las capacidades de los empleados. En este ámbito, y a través de nuestra experiencia, identificamos varias necesidades que pueden ser atendidas desde diversas vías: una formación general para toda la plantilla, que permita entender el cambio de paradigma, los nuevos roles y los intereses y sensibilidad de los clientes en este ámbito; una formación más específica, dirigida a ciertos perfiles −analistas de inversiones o asesores financieros−; o una formación más estratégica y holística para el personal más directivo.

La asunción de un rol más activo por parte de las entidades financieras en la transición hacia una economía más sostenible e hipocarbónica supone, sobre todo, una gran oportunidad con efectos económicos y de retorno, y, al mismo tiempo, la promoción de una prosperidad saludable. Facilitar el acceso a la financiación y acompañar a aquellas empresas que se esfuerzan por ser más sostenibles, que invierten en procesos más eficientes, que desarrollan enfoques de economía circular y aseguran unas condiciones laborales más razonables, cuidando los impactos en las comunidades donde operan, resulta un potente factor catalizador del cambio en esta dirección, con sinergias positivas para las entidades financieras.

Para ello también es necesario, en el ámbito financiero, elevar el conocimiento acerca de qué es la sostenibilidad corporativa o cómo promover modelos de negocio sostenibles. Todos aquellos agentes del sector financiero que están llamados a desarrollar un papel de interacción con las empresas deben conocer aspectos fundamentales como saber identificar a las empresas o activos sostenibles, dónde se juega la sostenibilidad en una empresa, cómo identificar si es adecuada la gestión de riesgos ASG y cuáles son los procesos clave.

Finalmente, me gustaría hacer alusión al riesgo de Greenwashing, que desafortunadamente continúa estando presente en el sector. Primero, porque ya no hay duda de que el Business Case de la sostenibilidad es altamente positivo: tiene sentido económico apostar por ser sostenible. Segundo, porque en un mundo interconectado y tecnológico, la generación de confianza se ha convertido en el nuevo paradigma empresarial y el “lavado verde” supone asumir un alto riesgo reputacional. Tercero, porque el coste de oportunidad de invertir en parecer sostenible es alto frente a invertir en la integración real de la sostenibilidad, ganando en credibilidad. Y, por último, porque los desafíos ambientales y sociales que enfrentamos como humanidad son muy serios y requieren una proactiva implicación de todos, también de las entidades financieras y de las empresas.