Desde su posición como CEO de PRI, ¿Cómo ha visto el crecimiento y la evolución de la inversión responsable en los últimos 10 años?
[FR] Los Principios de Inversión Responsable -PRI- fueron creados en 2006 por un pequeño pero comprometido grupo de 86 propietarios de activos, y hoy contamos con más de 4.300 signatarios que representan colectivamente más de USD 121 billones en activos gestionados. He tenido la satisfacción de dirigir el PRI por nueve años, y durante ese tiempo he sido testigo del crecimiento exponencial de la inversión responsable. En la última década, esta ha dejado de considerarse un nicho, pasando a hacer parte de la corriente dominante. Hemos asistido a la adopción generalizada de los criterios ASG y la maduración de las filosofías y prácticas de inversión responsable.
Recientemente, Bloomberg estimó que los activos globales con criterios ASG están en camino de superar los USD 53 billones para 2025, lo que representa más de un tercio de los USD 140 billones en activos totales proyectados bajo gestión. No hay indicios de que el crecimiento de la inversión responsable se haya ralentizado; por el contrario, la pandemia del COVID-19 ha acelerado la integración de los factores ASG en las prácticas de los inversores. La prioridad del PRI siempre ha sido promover la inversión responsable: integrarla a la corriente dominante, generalizar su adopción, promover las mejores prácticas y, a su vez, desarrollar infraestructuras y marcos para unificar esas prácticas. Por ello, me complace ver que cada vez más compañías incluyen los criterios ASG en su arquitectura empresarial y de inversión.
Tras la COP26, ¿Cuáles serían las prioridades de los inversores para hacer frente al cambio climático?
[FR] Cuando empecé a trabajar en el campo de la inversión responsable, poco se utilizaban los términos «naturaleza», «biodiversidad» y «cero neto», y solo una minoría de instituciones de inversión incorporaban los asuntos climáticos y medioambientales. No obstante, hoy los inversores entienden que los riesgos del cambio climático deben atenderse integralmente, y hemos visto a nuestros signatarios trabajar proactivamente en su abordaje. Luego de la COP26, los inversores no esperan a que los Gobiernos actúen, sino que están dispuestos a desplegar capital para apoyar los acuerdos climáticos y la transición al cero neto. Para alcanzar este objetivo, necesitamos ver compromisos a corto plazo, donde compañías y actores no estatales reduzcan a la mitad sus emisiones para 2030.
Muchos de nuestros signatarios toman medidas a través de iniciativas como Climate Action 100+ (Acción por el Clima 100+) y Net Zero Asset Owners Alliance (Alianza de Propietarios de Activos Cero Neto). Estos son apenas dos de los grupos del sector financiero que reúnen a los inversores para trabajar en pro de sus clientes, la sociedad y el planeta.
La Net Zero Owner Alliance, convocada por la ONU, está formada por 42 grandes propietarios de activos, con USD 7 billones en activos bajo gestión (AUM), comprometidos en lograr el cero neto para 2050, así como en establecer objetivos a corto plazo. Al sumarse a la alianza, los miembros convienen en conseguir que los portafolios de inversión tengan cero emisiones netas de gases de efecto invernadero para 2050.
Por su parte, Climate Action 100+ es el mayor acuerdo entre inversores y corporaciones, con más de 600 inversores que representan USD 55 billones en AUM. Los pactos liderados por los suscritos al CA100+ han asegurado una serie de compromisos innovadores en materia de emisiones por parte de compañías en sectores difíciles de abatir, como BP, Shell, PetroChina, Bayer y Qantas Airways, por mencionar algunas.
Debemos abordar la crisis climática desde múltiples ángulos, y la deforestación y la biodiversidad siguen siendo problemas apremiantes, que deben enfrentarse si aspiramos a que el planeta no sobrepase los 1,5 grados de calentamiento. En la COP26, vimos cómo más de 100 naciones, respaldadas por alrededor de 30 instituciones financieras, se comprometieron a movilizar USD 19.000 millones a fin de apoyar un pacto histórico para detener y revertir la pérdida de bosques y la degradación del suelo para 2030. Como parte de la “Declaración de los líderes de Glasgow sobre bosques y uso del suelo”, los inversores anunciaron que no destinarán más recursos a actividades relacionadas con la deforestación, enviando una importante señal a las compañías de que están dispuestos a tomar medidas decisivas para enfrentar el cambio climático.
Luego de la COP26, los inversores no esperan a que los Gobiernos actúen, sino que están dispuestos a desplegar capital para apoyar los acuerdos climáticos y la transición al cero neto. Para alcanzar este objetivo, necesitamos ver compromisos a corto plazo, donde compañías y actores no estatales reduzcan a la mitad sus emisiones para 2030.
¿Cómo ha cambiado la pandemia de COVID-19 la perspectiva de los inversores sobre la importancia de los temas sociales?
[FR] En la última década, los inversores han aumentado su comprensión de los indicadores medioambientales y de gobernanza, su materialidad ha mejorado, y han empezado a integrar estos indicadores en el análisis y la evaluación de riesgos. Sin embargo, las consideraciones sobre el desempeño social a menudo se han descartado como inmateriales o de importancia menor, porque se percibe que plantean menos riesgo para los flujos de ingresos o que es menos probable que sean objeto de medidas reguladoras o punitivas.
Sin embargo, el COVID-19 ha mostrado a la gente la interconexión de los temas y ha evidenciado claramente la materialidad de los temas sociales o de derechos humanos. Igualmente, ha proporcionado a Gobiernos, compañías e inversores un ejemplo muy concreto de que sin personas sanas y sin un planeta sano no puede haber una economía sana. Como resultado, nunca habíamos visto a nuestros inversores tan comprometidos con los derechos humanos y, afortunadamente, los problemas sociales ya no se consideran el pariente pobre de la familia ASG.
En otras palabras, nunca será aceptable explotar a otros para ganar dinero, y los inversores deben dejar esto claro a sus sociedades de portafolios de inversión. Además de las crecientes expectativas en torno a una conducta empresarial responsable, la normativa y la legislación sobre derechos humanos y laborales son cada vez más importantes para las compañías y los inversores. Mientras inversores, compañías y Gobiernos luchan contra el cambio climático, los asuntos de derechos humanos siguen siendo centrales en la agenda para una transición justa. El paso a una economía resiliente y con bajas emisiones de carbono debe ser equitativo para los trabajadores y las comunidades. Los inversores pueden actuar como administradores de activos, asignadores de capital y voces influyentes para promover el crecimiento inclusivo y el desarrollo sostenible.
¿Cómo hemos visto crecer la inversión responsable en América Latina?
[FR] En el PRI, nos hemos comprometido a fomentar el crecimiento de la inversión responsable y la integración de los criterios ASG en América Latina. Me complace haber visto el incremento acelerado de signatarios de la región; a noviembre de este año, ya se han suscrito más de 200. Esto incluye 96 de la región en general, y otros 106 de Brasil. El interés por la inversión responsable en América Latina comenzó en Brasil y se ha extendido a México, Colombia, Chile y Perú, donde hemos observado un crecimiento prometedor en la integración de criterios ASG. También hemos podido ver mayores cambios regulatorios en Chile, donde la Superintendencia de Pensiones está pidiendo la inclusión de factores ASG y de riesgo climático en las decisiones de inversión del sistema de pensión anticipada en el sector público (AFP). En México, la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar) exigirá a los fondos de pensiones que incluyan factores ASG en las decisiones de inversión a partir de 2022. Por último, en Colombia, la Superintendencia Financiera emitió la Circular 007, que modifica el régimen de inversión de las AFP, aseguradoras y sociedades de capitalización, incorporando criterios ASG y de riesgo climático.
Al igual que en el resto del mundo, el COVID-19 aceleró el interés por la inversión responsable en América Latina, y los inversores ahora crean planes de recuperación que protegen los recursos humanos y naturales para un crecimiento resiliente y eficiente.
Al igual que en el resto del mundo, el COVID-19 aceleró el interés por la inversión responsable en América Latina, y los inversores ahora crean planes de recuperación que protegen los recursos humanos y naturales para un crecimiento resiliente y eficiente. También promueven el desarrollo de soluciones para mitigar los efectos de la crisis actual y prevenir las futuras. Mientras reconstruimos mejor a partir de la pandemia y nos enfrentamos al cambio climático, este es un momento clave para América Latina, y animamos a los inversores a integrar los factores ASG en sus prácticas. De hecho, se trata de una oportunidad única que representa un punto de inflexión para dirigir los flujos de capital hacia el desarrollo sostenible. Las decisiones y acciones que se realicen hoy pueden definir la naturaleza de la vida que llevarán los latinoamericanos y las condiciones en las que se retirarán en los años y décadas por venir.