América Latina: crece el momentum de las finanzas climáticas

2000 1125 Revista RS Edición 101

María RuÍz


Head para América Latina, Global Innovation Lab for Climate Finance, Climate Policy Initiative

Con más de 11 años de experiencia en los sectores público y privado, ha apalancado su formación en finanzas para impulsar iniciativas que promuevan el impacto social y ambiental en América Latina. Tiene un enfoque particular en instrumentos financieros innovadores para soluciones de clima y naturaleza.

Antes de unirse a CPI, fue Head de Inversiones Sostenibles en SURA Investments, un gestor de activos líder en América Latina con más de 20 mil millones de dólares en activos bajo gestión. Desarrolló y lideró la incorporación de análisis ESG y climáticos en los procesos de inversión en múltiples clases de activos y geografías.

Es miembro de comités técnicos asesores para GRI y PACTA, mentora de startups climáticas como parte del programa Catal1.5t y co-líder de ‘Diálogos por el Clima Latam’, una iniciativa de colaboración climática liderada por inversionistas.

Los efectos de la crisis climática y ecológica son cada vez más claros. Incendios en ecosistemas clave como páramos de alta montaña y la selva amazónica, sequías más prolongadas y tormentas más intensas se han hecho evidentes a lo largo de América Latina con mayor frecuencia en los últimos años. Aunque se tiende a pensar que el cambio climático es un asunto ambiental, sus impactos son ante todo sociales, particularmente en una región como la nuestra, donde gran parte de la población se encuentra en condiciones de vulnerabilidad y con necesidades básicas desatendidas. La transición hacia un modelo económico y de desarrollo sostenible, resiliente y con emisiones cero es urgente. 

Estudios del Foro Económico Mundial y otras organizaciones líderes afirman que aproximadamente el 12% del PIB mundial se verá afectado por cada grado de aumento en la temperatura global, y que el alrededor del 50% está en riesgo por la pérdida en la naturaleza. Aunque estas son cifras útiles para capturar la atención de creadores de política pública y tomadores de decisión del sector privado, la verdad es que el 100% de nuestra vida -la economía incluída- depende de la salud de los sistemas naturales. En últimas, somos solo una especie que hace parte de un ecosistema complejo más amplio, que compartimos con millones de otras formas de vida. Lo que producimos y consumimos día a día, todo, es posible gracias al funcionamiento de este sistema.

Ahora, ¿cómo se conecta esto con los mercados de capitales? Por una parte, sí, los efectos del cambio climático tienen impactos económicos y financieros reales. Disrupciones en cadenas de abastecimiento, daños en infraestructura, disminución en generación de energía, entre otros, generan pérdidas y costos adicionales para compañías y sus inversionistas. Adicionalmente, a medida que hay regulaciones más exigentes para la transición, ciertos activos intensivos en emisiones (como centrales de generación de energía a base de carbón) pierden valor. Así, cada vez más los inversionistas están tomando acciones encaminadas a analizar y gestionar los riesgos climáticos a los que están expuestos sus portafolios.

Por otra parte, implementar estrategias de mitigación y adaptación climática requiere capital. La transición en sectores como el energético, agrícola y de construcción es crítica, así como el desarrollo de soluciones para reducir emisiones de carbono  y aumentar la resiliencia climática. Los flujos de capital destinados a esta transición a nivel global alcanzaron el nivel de 1.2 billones de dólares en 2021/2022, según estudio de Climate Policy Initiative. Este es el monto más alto que se ha alcanzado hasta ahora, y representa el doble de la inversión que hubo en 2019/2020. Sin embargo, aún está lejos de los niveles necesarios para evitar los peores efectos del cambio climático, y debe multiplicarse como mínimo por cinco de acá a 2030.

América Latina, por su parte, únicamente recibió el 4% de los flujos globales de inversión climática en este período (52 mil millones de dólares), a pesar de ser una región llena de oportunidades para promover la transición energética y la generación de energías renovables, así como para implementar soluciones basadas en la naturaleza para conservar y restaurar ecosistemas. Para que éstas se materialicen, es necesario encontrar maneras de desbloquear capital a escala. Y para esto, es necesario innovar, no solo en las soluciones mismas, sino en los mecanismos financieros para financiarlas.

Unas de las principales barreras para que el capital privado fluya a soluciones climáticas es que, aunque son de alto impacto, en muchas ocasiones son de alto riesgo: son activos no tan conocidos en los mercados de capitales tradicionales, están en etapa temprana y tienen flujos de capital futuros inciertos o menores a los esperados. Para hacer estas inversiones viables, entonces, se debe ajustar su perfil de riesgo para que encaje dentro de estrategias de inversionistas institucionales. 

En este contexto, las estrategias de financiamiento combinado o blended finance se presentan como una alternativa prometedora. Este es un enfoque de estructuración financiera que, en esencia, busca apalancar recursos concesionales (públicos, multilaterales o filantrópicos) que están dispuestos a recibir retornos por debajo del mercado, para disminuir el riesgo de activos climáticos a través de mecanismos como garantías o capital de primera pérdida, y así lograr movilizar capital privado.

En 2023 se lanzó el programa para América Latina y el Caribe (LAC) del Laboratorio Global de Innovación para las Finanzas Climáticas, una iniciativa pensada justamente para promover este tipo de estructuras. Mediante ciclos anuales,  Lab ofrece apoyo técnico y capital pre-semilla a instrumentos financieros innovadores (como fondos de capital privado, soluciones de seguro o líneas de crédito) que integren mecanismos de blended finance para financiar soluciones climáticas. En la primera cohorte de la región, se seleccionaron dos instrumentos enfocados en financiar la transición hacia sistemas agroalimentarios bajos en emisiones y regenerativos en México (Regenera Ventures) y Colombia (SPV for Silvopasture Scaling). Ahora, la convocatoria para el ciclo 2025 está abierta.

El LAC Lab se suma a una serie de avances que viene teniendo la región en los últimos años en términos de finanzas climáticas. Taxonomías verdes y regulaciones de divulgación climática a nivel nacional en múltiples países, inversionistas institucionales relevantes de la región fortaleciendo sus compromisos y liderando iniciativas de engagement climático colaborativo con corporativos como Dialogos por el Clima Latam, un mercado de deuda sostenible creciente, entre otros, demuestran que hay un momentum en la inversión sostenible y la acción por el clima. 

Aunque tenemos un gran desafío enfrente y poco tiempo para lograrlo, América Latina se presenta como una región con muchas oportunidades, y con un ambiente propicio para que cada vez los inversionistas aumenten su ambición climática. Ahora, necesitamos traducir compromisos en acciones, y trabajar colaborativamente para lograr transformaciones de impacto a escala.

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