Entrevista a Fredy Antonio Zuleta Dávila, Gerente General de Enlaza, empresa filial del Grupo Energía de Bogotá

Entrevista a Fredy Antonio Zuleta Dávila, Gerente General de Enlaza, empresa filial del Grupo Energía de Bogotá

1920 1280 Revista RS Edición 100

Fredy Zuleta Dávila


Gerente General
Enlaza | Grupo Energía Bogotá

Ingeniero civil de la Escuela de Ingeniería de Antioquia, Economista y Master en Economía de Negocios de la Universidad de Bentley en Massachusetts.

Con más de 20 años de experiencia en cargos directivos, desarrollo de productos y apertura de nuevas empresas y mercados en infraestructura, energía y servicios en Colombia, Brasil, Chile y Centro América. Actualmente se desempeña como Gerente General de Enlaza del Grupo Energía Bogotá.

¿Qué cambios culturales, sociales y medioambientales deben generarse para que sea posible una transición energética sustentable en Colombia e Hispanoamérica?

F.Z.: Muy bien, creo que te respondería abriendo el tema en dos grandes frentes. Primero, todo lo que tiene que ver con capacidades institucionales, lo que significa que los gobiernos de los distintos países tengan articuladas sus funciones para que este proceso pueda ocurrir. ¿A qué me refiero? Cuando tú dices “quiero aumentar la participación de las energías renovables no convencionales en la matriz energética del país” eso básicamente significa que hoy generamos en Colombia mayoritariamente con energía hidráulica y térmica apoyada en gas o combustibles fósiles, y queremos reemplazar todas esas fuentes de energía por fuentes renovables no convencionales: las energías provenientes de lo eólico, lo solar o diversos tipos de energías limpias que no están habitualmente en las matrices de energía de los países de nuestra región.

Cuando nos damos cuenta de eso, entonces estamos necesitando construir proyectos de generación eólica o solar en zonas del país que no están habitualmente incorporadas a la matriz productiva del país; esto ocurre en Colombia, en Perú, en Chile, muchísimo, en Brasil… y es que los mejores lugares para generar energía eólica o solar están alejados, en el caso de Colombia están en la Guajira, en el Cesar, en el Magdalena, pero la gran mayoría de demanda y consumo ocurre al interior del país.

Entonces ahí ya tenemos un primer desafío: estamos trabajando en territorios que tenían otras vocaciones, muchos de ellos habitados por comunidades indígenas o étnicas, con atrasos muy grandes respecto a la participación del estado en su desarrollo. Cuando uno llega a estos territorios a decir “aquí vamos a colocar una planta de generación”, las comunidades de allí, acostumbradas a un estado que lleva años sin presencia, ven eso como el camino para cerrar esa brecha de participación con el estado; es así como se detona un montón de exigencias a los distintos entes del gobierno. (…) Esto requiere entonces una coordinación institucional muy grande de parte de los gobiernos y los estados para que estos proyectos puedan ocurrir. La institucionalidad del país tiene que estar preparada para asumir las exigencias que significa ir a generar energía a esos territorios que tiene tantos rezagos con respecto a la presencia del estado.

El segundo gran frente de los cambios necesarios, es que nuestra legislación ambiental estaba pensada para impedir que los combustibles fósiles y la minería arrasara con los bosques y los territorios naturales. Entonces es una reglamentación que intenta impedir esa extracción desaforada de la minería y, por lo tanto, tiene una reglamentación pensada para ese sector; pero es la única que tenemos. Entonces el marco con el que hoy se tramita una licencia ambiental en Colombia es un marco pensado para otro sector ajeno a la energía limpia. Cuando toma auge un sector que de por sí tiene una vocación ambiental, asociado a energía renovable o limpia, pero le sigo aplicando una normatividad pensada para impedir que haya oleoductos o minas a cielo abierto, etc., entonces se hace muy complejo para un proyecto que no tiene esas capacidades económicas, las exigencias se vuelvan inadecuadas.

Entonces, primero hay que diferenciar un proyecto minero y extractivo de un proyecto energético para fuentes no contaminantes, no pueden ser medidos con la misma vara; pero además no solo deben centrarse en cuál es el impacto que el proyecto tiene, sino cuál sería el impacto que tendría no hacer ese proyecto. Si yo pienso construir una línea de transmisión que va a traer toda la energía solar y eólica al centro del país, obviamente generaré un impacto sobre el recorrido donde se instalará la línea de transmisión, pero debo preguntarme cuál sería el impacto si no hiciera ese proyecto: que seguiría consumiendo energías térmicas o fósiles. Entonces el impacto de no hacer el proyecto resulta ser más grande. Esto hoy no se tiene en cuenta en los procesos de evaluación ambiental. El segundo gran componente, es entonces esa reflexión sobre cómo debería funcionar la legislación ambiental para adaptarse de manera diferenciada a proyectos que van en la línea medioambiental de la transición energética y diferenciarse de proyectos tradicionales de minería extractiva o de combustibles fósiles. Esa es la línea de cambio que el país necesita generar.

¿Qué oportunidades potenciales hay para implementar la transición energética en Colombia y la región?

F.Z.: Muchas, muchas. Los países latinoamericanos tienen en general una capacidad de generación limpia muy grande, muy superior incluso a la capacidad instalada que hoy tiene cada país. Podemos, sin duda, en algún momento del tiempo, disminuir, o prácticamente terminar, el uso de combustibles fósiles, en especial en la generación eléctrica. Terminar completamente el consumo de petróleo, gasolina o carbón va a ser muy difícil en la medida en que las grandes demandas de esto no vienen del sector eléctrico, sino de otros sectores. Entonces habrá que terminar de convertir toda la planta de autos a eléctricos para que pueda funcionar, o convertir la industria en su totalidad a otros combustibles, eso va a tomar mucho más tiempo; pero en el caso del sistema eléctrico, la matriz energética puede ser perfectamente limpia en un tiempo moderadamente corto.

¿Consideras que en la región hispanoamericana se están dando pasos significativos de cara a la transición energética?

F.Z.: Claro, sin duda. Yo creo que en general todos los países de América latina están recorriendo ese camino. Perfectamente hoy podemos hablar en Latinoamérica de una capacidad instalada superior a los 150 gigavatios, de los cuales hoy solamente el 12% proviene de fuentes renovables no convencionales: unos 15 o 18 gigavatios vienen de energía solar, eólica o geotérmica. Ese porcentaje va a aumentar sin duda. Hay países con esfuerzos muy grandes, México, por ejemplo, subastó recientemente más de 16 proyectos de generación de energía renovable no convencionales; Colombia, en la subasta anterior, alcanzó a adjudicar proyectos de más de mil cuatrocientos megavatios de energía, y tiene más de 13 proyectos en camino; Chile ha desarrollado en el norte del país, en el desierto de Atacama, de una manera enorme su capacidad de generación.

En general, los países que acabo de mencionar han hecho esfuerzos muy grandes por esa transición y se van a notar. A lo largo de los próximos años, cada vez más esas matrices energéticas van a ser más limpias y eso se va a traducir en más movilidad eléctrica y en más capacidad de la industria para convertirse a la energía eléctrica, etc.

Desde una perspectiva técnica relacionada con el mercado, ¿qué tan viable y sustentable es la transición energética en Colombia y la región de Hispanoamérica?

F.Z.: Debemos ser cuidadosos para no generar confusiones. Cuando uno dice transición energética, debe tener claro a qué se refiere. Si se habla de la matriz eléctrica, es una cosa: que tus fuentes de energía eléctrica sean limpias es más fácil de lograr en el corto plazo en un 100% o en un porcentaje muy alto. Pero cuando uno relaciona la transición energética con toda la matriz de consumos de energía en general, se está hablando también del consumo de petróleo, de gas y/o de carbón: este proceso es mucho más lento… Cambiar todo el parque automotor a eléctrico va a tomar muchísimos años, 20 años 30 años.

El llegar a un punto en el que las industrias reemplacen el carbón por energía eléctrica va a tardar también mucho tiempo porque el carbón sigue siendo muy competitivo desde el punto de vista de combustible para la generación. China, por ejemplo, sigue consumiendo muchísimo carbón a pesar de que ha aumentado mucho la generación de energía eólica y solar. En ese intermedio el gas va a jugar un papel fundamental; si bien es un combustible fósil, es también un combustible con muchísimas menos emisiones, o muchísimo más limpio. (…) Es mucho más limpio producir industrialmente con gas que con carbón. Y está más cerca el gas de reemplazar el carbón que la energía eléctrica incluso. Entonces ese proceso de transición sí es viable, sí es sustentable en el largo plazo; con eso me refiero a por lo menos 20 años. Y va a requerir necesariamente la articulación de los estados porque no puede ser un cambio de un país aislado. No se puede condenar a un solo país a que toda su matriz energética sea limpia si eso sacrifica su competitividad internacional. (…) Esto debe ser algo articulado, debe ir de la mano de todos los demás países y no puede ir encabezado por un solo país. Debe haber un proceso de articulación de los países, de los sectores y dentro de cada país de los gobiernos.

¿Qué tecnologías emergentes desempeñarán un papel crucial en la transición energética y cómo pueden ser implementadas de manera efectiva?

F.Z.: Voy a volver a centrar la conversación en la matriz de energía eléctrica. Si te pones a pensar, por ejemplo, en la energía hidráulica tú haces un embalse en la mayoría de los grandes proyectos, esto en épocas de mucha lluvia te permite guardar el agua que no estás utilizando y en épocas de sequía empiezas a desembalsar el agua… El embalse funciona entonces como un regulador y a lo largo del año puedes generar energía 24 horas al día todos los días, de tal manera que tú decides cuánta energía quieres extraer de ese sistema de generación. Cuando hablamos de energía proveniente de fuentes renovables, no sucede igual. Por ejemplo, con la energía solar no te pasa eso. Por más que te levantes temprano, el sol siempre va a salir a la misma hora y está sujeto a la época del año, la duración en cada estación, la radiación y la cantidad de nubes. (…) Entonces es muy difícil imaginar un sistema donde toda la energía del país provenga del sol; o se tendría que almacenar la energía en sistemas que el mundo todavía no ha desarrollado lo suficiente en términos de costo, capaces de almacenar durante todo el día energía que será consumida en la noche. Eso aún es muy costoso, todavía no hay soluciones tan eficientes para que la suma de todos los costos permita que la energía solar sea competitiva en la noche.

Entonces lo que hacen los países es que mezclan en sus matrices de energía diferentes fuentes: países que siguen teniendo energía hidráulica, energía eólica o solar, entendiendo las variaciones de las fuentes renovables no convencionales. Cuando se combinan esos sistemas, le generas a la red que administra la energía en el país nuevos desafíos. Porque cuando antes tenías energías que se generan todo el tiempo simplemente se despachaba; con estas implementaciones de diversas fuentes, la complejidad del administrador del sistema se aumenta porque no todas las fuentes están disponibles con la misma capacidad en todos los momentos del día o en todos los momentos del año. Y ese entrar y sacar una fuente completamente, por ejemplo en los momentos en los que el sol no genera energía, produce en el sistema presiones muy fuertes que implican requerir tecnologías adicionales, tecnologías que equivalen a sistemas para equilibrar o compensar esas fluctuaciones para atender óptimamente la demanda de todo el día manteniendo calidad en el servicio y transparencia ante el usuario.

En su opinión, ¿cuál es el futuro de la transición energética en Hispanoamérica?

F.Z.: Creo que se trata de un tema necesario. No es una moda, no es algo que se hace porque se oye bien o está de tendencia en las redes sociales. Se trata de algo que el mundo necesita. El tema del cambio climático es una realidad. Territorios como la misma Guajira van a tener temperaturas por periodos muy largos de 50 grados, temperaturas donde ni los animales ni la vegetación, y mucho menos las personas, pueden sobrevivir con facilidad.

La transición energética en general en el mundo es una necesidad para que este planeta sea sostenible en el tiempo. Cada país tendrá que hacer su aporte. (…) Requerimos mecanismos de generación de energía limpia; requerimos reemplazar los combustibles fósiles; requerimos disminuir los procesos extractivos en el momento oportuno, pero tenemos que caminar hacia allá. Debemos tener la capacidad de hacer vivibles los territorios, y eso necesita energía. Por eso, creo que el futuro de la transición energética en la región es el mismo futuro de la vida del planeta en general y, por lo tanto, es algo a lo que hay que dedicarle todos nuestros esfuerzos.