La transición energética se ha convertido en una necesidad imperante a nivel global, y Colombia no es la excepción. En un mundo cada vez más consciente de los impactos del cambio climático y la escasez de recursos naturales, es fundamental repensar y transformar nuestro modelo energético para garantizar la sostenibilidad y la preservación del medio ambiente. El país, a pesar de tener una matriz energética en un 85% basada en fuentes hídricas y un bajo impacto en la huella de carbono, enfrenta un alto riesgo en seguridad energética. Para mitigar este riesgo, es crucial promover la complementariedad de las fuentes de energía y adoptar un modelo energético basado en buenas prácticas ambientales. De esta manera, podremos garantizar la resiliencia y la sostenibilidad de nuestro sistema energético. Analicemos la línea de tiempo e identifiquemos cuál es el pasado, presenta y futuro de la transición energética en Colombia.
En el pasado, Colombia ha dependido en gran medida de los recursos no renovables, como el petróleo y el carbón, para cubrir sus necesidades energéticas. Estas fuentes de energía, aunque han impulsado el desarrollo económico del país, también han dejado una huella ambiental significativa. La quema de combustibles fósiles ha contribuido al aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero y ha causado daños irreparables a los ecosistemas y la biodiversidad.
A lo largo de su trayectoria, Colombia ha superado distintas adversidades. En 1992, el país enfrentó un desafío significativo en el sector energético: el racionamiento de energía. Este fue el resultado de una combinación de factores, incluyendo la disminución de la capacidad de generación y la falta de inversión en infraestructura eléctrica. El racionamiento implicó cortes programados y rotativos de energía en diferentes regiones del país, con el objetivo de equilibrar la demanda con la oferta disponible. Esta situación afectó a empresas, hogares y la economía en general, generando inconvenientes y limitaciones en el suministro eléctrico. El racionamiento energético en Colombia del año 1992 dejó una importante lección aprendida en términos de la importancia de planificar y fortalecer el sistema eléctrico para asegurar un suministro confiable y suficiente de energía. En el apagón lo más importante es que se crea el cargo por confiabilidad, el cual permite garantizar la disponibilidad del sistema en caso de cualquier eventualidad, garantizando un sistema eléctrico más confiable y resistente, preparado para enfrentar los desafíos venideros.
En los últimos años, hemos sido testigos de un cambio progresivo hacia una matriz energética más diversa y sustentable. Tanto el gobierno como diversas organizaciones y empresas, incluyendo a GreenYellow Colombia, hemos impulsado políticas y programas para promover el uso de energías renovables, como la solar, la eólica, la hidroeléctrica y la biomasa. Estas iniciativas han sido fundamentales para reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles y disminuir las emisiones de carbono. Reconocemos que la complementariedad, en lugar de la sustitución, es fundamental para garantizar la confiabilidad del sistema eléctrico y satisfacer la creciente demanda energética del país.
En el presente, Colombia ha logrado avances significativos en la adopción de energías renovables. La capacidad instalada de energía solar y eólica ha experimentado un crecimiento notable, y se han desarrollado proyectos de gran envergadura en diferentes regiones del país. Además, se han implementado incentivos tributarios y beneficios fiscales para promover la inversión en energías limpias y se han establecido metas ambiciosas para aumentar la participación de estas fuentes en la matriz energética nacional.
A pesar de estos avances, aún enfrentamos desafíos importantes en la transición energética. Uno de ellos es la integración eficiente de las energías renovables en el sistema eléctrico. Es necesario desarrollar infraestructuras y tecnologías que permitan aprovechar al máximo el potencial de estas fuentes de energía y garantizar su estabilidad y confiabilidad.
Otro de los retos que enfrentaremos en el segundo semestre de este año es el fenómeno del Niño, el cual ha sido un factor influyente en la transición energética de Colombia en 2023. Este fenómeno climático, caracterizado por el calentamiento anómalo de las aguas del Océano Pacífico ecuatorial, ha generado condiciones climáticas adversas en el país.
Durante el fenómeno del Niño, se experimentan sequías prolongadas y temperaturas más altas de lo habitual. Estas condiciones climáticas representan un desafío para la generación de energía, especialmente en el caso de las hidroeléctricas, que dependen del caudal de los ríos para producir electricidad. La reducción en el caudal de los ríos debido a la falta de lluvias ha llevado a una disminución en la capacidad de generación hidroeléctrica, que históricamente ha sido la principal fuente de energía en Colombia. Esto ha evidenciado la necesidad de diversificar la matriz energética del país y depender menos de fuentes hídricas. En este contexto, la transición hacia fuentes de energía renovable no dependientes de las condiciones climáticas se ha vuelto aún más relevante, sumado a la eficiencia energética que se pueda implementar en las industrias, empresas y hogares para hacer uso óptimo de la energía cuando se presenten estos fenómenos naturales.
Vamos superando las circunstancias día a día, trabajando sin pausa, creyendo fielmente que el futuro de la transición energética es prometedor.
Se están sentando las bases para un modelo sostenible y resiliente que nos llena de optimismo y nos impulsa a seguir construyendo un país más limpio y eficiente. La conciencia sobre la importancia de reducir las emisiones de carbono y mitigar el cambio climático está creciendo a nivel nacional e internacional. Esto ha generado un mayor compromiso de los actores clave, incluido el sector privado, para adoptar energías limpias y promover la eficiencia energética. Las empresas también estamos implementando cada vez más las políticas ESG (ambientales, sociales y de gobierno corporativo), reflejando nuestro compromiso con la sostenibilidad y el cumplimiento de objetivos. Esta sinergia entre el país y las empresas impulsa un futuro energético responsable, confiable y equilibrado.