Por: Camilo Villafañe, Director de Abastecimiento en Seven Seven – Colombia
Máster en Gerencia de Cadena de Abastecimiento de la Universidad EAN de Colombia. Profesional de Comercio Internacional de la Universidad Cooperativa de Colombia. Consultor de Supply Chain y comercio exterior. Mentor de prácticas logísticas y proyectos de internacionalización de negocios. Cuenta con más de 15 años de experiencia en sectores de manufactura, retail y logística. Actual Director de Abastecimiento para la marca de confecciones Seven Seven en Colombia.
Es inevitable reencauzar la estrategia industrial hacia la salida de una posible crisis medioambiental y permanecer, o perecer. Puede sonar algo dramático y extremista, pero es una realidad y está en el liderazgo hacia el desarrollo de las nuevas prácticas de producción que deben ser sustentables y sostenibles. El camino más práctico está dentro de la cadena de suministro como columna vertebral operativa, ahí está el vehículo para recorrerlo: la logística inversa, con algo más de un par de décadas es un término cada vez más resonante del cual no podemos ser ajenos.
Si le damos una simple definición esta podría ser: la movilización de bienes desde su destino final hacia las fuentes o destinos de eliminación, desmaterialización, reutilización y/o remanufacturación, pero si le damos un propósito, este debería ser: la recuperación de bienes para su aprovechamiento o el de sus componentes, con el fin de reducir materias y consumibles de producción que generan impacto y huella medioambiental, así entonces lo convertimos en Logística Verde, un término aún más moderno pero igualmente creciente.
Si la logística verde se pone en práctica y se lleva a cabo dentro de todos los procesos en la cadena de suministro, completándola realmente, su impacto se verá en la mitigación de algo que sí puede ser evitable: el aumento de residuo particulado en nuestra atmósfera, desechos en los océanos y fuentes hídricas, el deterioro mismo de la capa de ozono, deforestación y daños al subsuelo, agotando miles de recursos finitos, con una terminación dentro de su ciclo inicial a muy largo plazo y sin renovación.
La logística verde plantea volver al ciclo dichos recursos, renovando sus usos y reduciendo su producción en masa y desperdicio; además de su implementación exitosa y de la mano de actores clave (colaboradores principales en fusión, especializados que brinden soporte y relacionados que brinden apoyo y retroalimentación como fundaciones y ONGs) junto con un buen ambiente político empresarial, o por lo menos voluntades, y por qué no, tecnologías de industria 4.0. Esto otorgaría beneficios a la propia compañía en reducción de costos, apertura a nuevos mercados y reconocimiento con valor agregado a su marca, en pro de una causa común, creería, la mayor en las próximas décadas.
Ahora bien, sí en este ambiente logramos escuchar, incluir e involucrar a las comunidades y a la academia, podríamos tener un sistema no solamente sostenible, sino también emprendedor, dado el caso en que podemos generar con estas acciones empleabilidad, abrir espacios de desarrollo, bancos de ideas, semilleros de líderes, incubadoras de proyectos, etc., un verdadero ecosistema sostenible y sustentable. Dando una proyección muy positiva de este ecosistema, nos encontramos con sociedades que brindaran energías limpias y renovables al tiempo que protegen sus recursos, u otras que recolectan los desechos que tanto impactan en su seguridad, generando fuentes económicas que se la fortalece; así mismo el ámbito corporativo obtiene más y quizás mejores proveedores a su alcance, diversificados, tecnificados y con alternativas óptimas a cualquier proceso de adaptabilidad, sobre todo en este futuro tan aceleradamente cambiante, ¿acaso esto no suena a una verdadera y robusta cadena de suministros, una ideal?
La visión corporativa debe formularse sobre bases que den perpetuidad de su función y misión, en ella deberán estar sus colaboradores ejerciendo gestión, innovación, cultura e influencia (un nivel de madurez corporativa avanzado, simplemente gestionando una buena práctica). Estos puntos convergen en una buena gestión logística, que si bien puede estar completa con dicha visión en una logística verde, el reto será en la transformación colectiva a una Economía Circular, donde lo desechos de mis productos son usados para generar energías limpias que uso en mi propia producción, por dar otro vago ejemplo. No podemos hablar de amistad con el medio ambiente si nuestra flota genera grandes emisiones de gases, tampoco de apoyo a las comunidades si agotamos sus recursos y no retribuimos.
Por supuesto existe otra ruta encaminada hacia la producción de bienes más duraderos, fiables o de menor obsolescencia, con el uso de energías renovables, así como el consumo responsable. Pues bien, este recorrido ya ha iniciado y la demanda de dichos bienes es cada vez mayor y más necesaria; concientizar sobre esto también lo es. En este sentido, aquellos líderes industriales que se embarquen en estas prácticas, que acoplen sus cadenas de suministro y que se conviertan en dicha oferta, tendrán no solamente beneficios comunes con la sociedad y el medio ambiente, sino que también lograran un mayor desarrollo y trascendencia por generaciones.
Entender y gestionar desde ya estas acciones contribuirá a la mejor causa que pudiera plantearse, influenciará a los demás y dará una ventaja competitiva y comparativa con reconocimiento a la vanguardia, permitiendo su supervivencia y protagonismo en una nueva Revolución Industrial, que como se mencionó al inicio, es inevitable.