Por: Paulina Musalem Falaha, Head of Sustainability Planning and Performance en Enel Chile
Ingeniera Comercial y MBA de la Universidad Católica con estudios en Suiza. Tiene un Master en Gestión de la Sustentabilidad en la Universidad del Desarrollo. Desde el 2018 se desempeña en el área de sostenibilidad de Enel, liderando actualmente al equipo de Planning & Performance, responsable, entre otras cosas, del posicionamiento de las Compañías Enel en Chile en los ratings ASG, siendo enlace con el área financiera para evaluaciones de riesgos, mediciones de impactos, facilitando además la incorporación de la sostenibilidad en el negocio.
No hay duda de la necesidad de hacer frente con acciones decididas a los principales desafíos que enfrentamos como humanidad, tal como el cambio climático, que tan bien ilustra el impactante video del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo -PNUD-, en que el dinosaurio Frankie irrumpe en una asamblea de la ONU para hacer un llamado a los líderes mundiales a no elegir la extinción, preguntando además ¿cuál es tu excusa?
Excusas pueden haber muchas, pero el “yo no sabía o no hay evidencias”, ya no lo es. Hay contundentes eventos y estudios científicos que demuestran el calentamiento global y su impacto en la existencia humana, tal como lo señala el último informe del Panel Intergubernamental sobre el cambio climático -IPCC- (por sus siglas en inglés), confirmando además que ha sido causado por el ser humano. Si bien no todo está perdido, todavía nos queda algo de tiempo para limitar el aumento de la temperatura a 1,5°C, aunque se requieren transformaciones profundas, con compromisos reales y trabajo colaborativo con miradas holísticas de los diversos grupos de interés.
El calentamiento global y sus impactos en el clima afecta a toda la humanidad. especialmente a los más vulnerables, no reconociendo fronteras, siendo así, un problema para todo el planeta, no importando quién lo causó. De acuerdo con el estudio del New Climate Institute, si no se alcanzan los objetivos del acuerdo de París, difícilmente se lograrán las metas de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible, que buscan poner fin a la pobreza, proteger al planeta y garantizar que las personas gocen de paz y tranquilidad al 2030.
Según las Naciones Unidas, se requeriría anualmente de manera global entre US $5 a US $7 billones para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenibles -ODS- de la Agenda 2030, implicando una necesidad importante de financiamiento y una oportunidad para el sector financiero.
¿En qué debiéramos enfocarnos para que la inversión aporte al desarrollo sostenible?
1. Clasificar las actividades e inversiones de acuerdo a su contribución al desarrollo sostenible, en forma comparable y alineada globalmente
El capital privado juega un rol clave al habilitar que los participantes del mercado incluyan consideraciones de sostenibilidad en sus decisiones financieras, haciendo posible el crecimiento y desarrollo. Sin embargo, en los últimos años han surgido distintos enfoques para alinear las inversiones con las metas de sostenibilidad, tales como: taxonomías de inversión sostenibles; metodologías de ratings ambientales, sociales y de gobernanza -ASG-; verificación, evaluación y herramientas para la construcción de carteras de inversión, entre otros. Esta falta de alineación se ha visto reflejada en distintos estándares y metodologías que no solo confunden, sino que conducen a evaluaciones dispares e inclusión de compañías en fondos sostenibles, pese a sus prácticas cuestionables. Por ejemplo, el caso de Facebook, que forma parte de Vanguard ESG US Fund, si bien enfrenta diversas demandas por poca transparencia, contenidos engañosos, discriminación, entre otros.
La carencia de definiciones lleva a cuestionar la efectividad de la inversión sostenible, tal como el ensayo de Tariq Fancy, ex Director de Inversión Sostenible de BlackRock, en el que manifiesta que la inversión sostenible da la falsa impresión o seguridad de avanzar en la solución de los desafíos que enfrentamos.
En este contexto cobra especial relevancia el desarrollo de marcos que integren el enterprise value de las Normas Internacionales de Información financiera -IFRS- (por sus siglas en inglés) con los reporte de las compañías de su contribución e impacto a los ODS, a partir de marcos y estándares ya existentes, de forma de poder diferenciar inversiones ASG y sus impactos.
2. Perfeccionar los mecanismos de emisión de deuda de forma que evalúen en modelo de negocio y no actividades aisladas
Inicialmente el financiamiento sostenible se asociaba principalmente a green bonds en los que los fondos estaban destinados a proyectos con beneficios ambientales. Con este tipo de financiamiento, por ejemplo, es posible que compañías de petróleo y gas emitan green bonds para iniciativas aisladas, en el marco de una estrategia de negocio que no está alineada con el acuerdo de París. Como una solución y forma de avanzar decididamente en el cambio climático y la Agenda 2030, surgen los sustainability-bonds, que puede ser cualquier tipo de financiamiento de uso general, en tanto que conlleve el compromiso con metas ambiciosas de desempeño de sostenibilidad; por ejemplo contribuciones a la Taxonomía europea o los ODS, integrados en su estrategia de negocio.
3. Integración de los riesgos y las oportunidades de cambio climático en las inversiones y en los mecanismos de financiamiento
El cambio climático se presenta como una fuente significativa de riesgo financiero y macroeconómico, además de amenazar nuestra existencia como nos cuestiona Frankie. Actualmente, el Financial Stability Board -FSB- (por sus siglas en inglés) junto con otros organismos están desarrollando herramientas y metodologías para entender, medir y manejar los riesgos asociados al cambio climático, incluyendo análisis de escenarios y complementando los marcos de divulgación ya existentes -TCFD-. El avanzar en la medición de las externalidades, ya sean positivas o negativas, permitirá transparentar beneficios/costos permitiendo una correcta asignación de fondos e incentivos hacia actividades que nos permitan avanzar en la lucha del cambio climático.
Las finanzas sostenibles bien entendidas y aplicadas tienen el potencial de cambiar el futuro de la humanidad y prevenir nuestra extinción. Para ello es necesario el trabajo colaborativo entre los diversos actores del ecosistema financiero a fin de avanzar en la difusión y comprensión de la inversión sostenible y sus impactos, definición de métricas y estándares financieramente materiales y comparables a nivel global.