Por: María Teresa Rubilar, Senior Research Analyst en Itaú Asset Management – Chile
Ingeniera Comercial Mención Economía de la Universidad de Chile. Analista buyside (Equity & Credit) con más de 10 años de experiencia en análisis fundamental bottom-up. Especialista en compañías de los sectores: Minería, Oil & Gas y Pulp & Paper. Actualmente, es responsable de la integración de factores ASG en el proceso de inversión en Itaú Asset Management Chile.
Como gestores de inversiones y con nuestro deber fiduciario por delante, nuestra finalidad es generar retornos sostenibles en el largo plazo para nuestros clientes, teniendo en cuenta una completa comprensión de las oportunidades y riesgos involucrados en las decisiones de inversión. Para ello necesitamos conocer profundamente las compañías que forman parte de nuestros portafolios y el contexto que las rodea, lo que se vuelve aún más relevante con los profundos cambios políticos y sociales que estamos viviendo como región.Ha sido un proceso lento y ha costado que tome forma, pero las administradoras de fondos hemos entendido que dentro de los riesgos que debemos monitorear, los factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG) son de extrema importancia. Ciertamente, estos son capaces de crear o destruir valor en una empresa, por lo cual su integración en los procesos de inversión se hace primordial a la hora de buscar mejores retornos ajustados por riesgos.
En América Latina, en los últimos 2 años hemos pasado de escribir y reflexionar mucho acerca del tema, a por fin tomar acciones concretas con el objetivo de acercarnos a las prácticas de países desarrollados. El punto de partida de la mayoría de los gestores fue el desarrollo de una política de inversión responsable que defina los lineamientos generales.
Hay que reconocer que así cómo el COVID-19 aceleró los procesos de transformación digital dentro de las compañías, también le dio un empujón al sector financiero para apurar el paso en inversiones responsables. Otro importante catalizador han sido nuestros clientes, cada día más sofisticados e informados, que demandan productos de inversión 100 % responsable y, a diferencia de años atrás, ahora sí podemos encontrar opciones de este tipo en países como Brasil, México, Chile y Colombia.
La incorporación de factores ASG en los procesos de inversión pasó de ser algo innovador y/o una moda, a un estándar exigible por parte de los clientes a la hora de elegir quien les administre sus recursos, por lo que además se ha convertido paulatinamente en un componente base de la competencia.
Cada vez más gestores de la región somos signatarios de iniciativas globales de inversión responsable, a través de las cuales nos comprometemos a seguir ciertas directrices y a trabajar en conjunto con nuestros pares para concretar, por ejemplo, proyectos de engagement colaborativo que busquen mejorar el desempeño en temas ASG de las empresas en las cuales invertimos.
Hemos visto también cómo las distintas organizaciones provenientes de todos frentes (regulador, privados, etc.) se coordinan para liderar instancias de discusión y difusión para promover las inversiones responsables.
Por último, además del trabajo que hace años venimos realizando voluntariamente desde el sector privado, actualmente la regulación se está alineando y las exigencias en esta materia se están haciendo una realidad.
En Chile, la Norma 276 comenzó a exigir a los fondos de pensiones (AFPs) integrar los factores ASG en sus procesos de inversión a partir de mayo recién pasado. En el caso de México, el gobierno emitió una resolución que exigirá lo mismo a los fondos de pensiones (Afores) a partir del 1 de enero de 2022. Por otro lado, en Colombia, la Superintendencia Financiera a través de la circular 007 de 2021 también instruye a los fondos de pensiones, sociedades de capitalización y las entidades aseguradoras la inclusión de factores ESG como riesgos relevantes para los portafolios de inversiones y su integración en los procesos de tomas de decisiones de inversión a partir del 25 de abril de 2022.
De que hemos avanzado en materia de inversión responsable, hemos avanzado. Pero un factor crucial que ha influido en que gran parte de los managers en América Latin aún tengan estrategias de inversión responsable poco desarrolladas y que estemos avanzando a una velocidad que probablemente no es la deseada, es la falta de equipos preparados para asumir el desafío. Además, también ha sido difícil lograr un cambio de mentalidad (real) generalizado en las personas que son parte de la cadena de implementación.
Necesitamos equipos técnicamente capacitados y alineados de forma transversal, desde el directorio hasta la base de la organización, para poder seguir materializando transformaciones, así como en cualquier otra industria cuando hay innovaciones en los procesos.
Más allá de contar con especialistas ambientales y sociales que nos entregan inputs para sensibilizar nuestros modelos con temas ASG, debemos ser profesionales integrales capaces de unir ambos mundos, desarrollar análisis y obtener conclusiones.
Actualmente, la proporción de profesionales en los equipos de inversiones con formación en inversiones responsables es muy baja y la mayoría de las veces nos encontramos con “él (la)” experto(a), muchas veces un entusiasta del tema en gran parte autodidacta, que ha ido aprendiendo y perfeccionándose sobre la marcha.
Además de la brecha en capacidades, infelizmente aún existen algunos que continúan escépticos, lo que hace que la puesta en marcha de cambios en los procesos sea un trabajo arduo. Todavía chocamos con una barrera de resistencia ideológica que nos impide avanzar como nos gustaría.
Yendo a las bases, es imperativo actualizar los planes de estudio de pregrado en carreras afines con el sector financiero donde, por ejemplo, se deberían incluir en las asignaturas obligatorias, la integración de factores ASG en el análisis y valorización de compañías.
En el mundo de las inversiones, la frase que hemos escuchado más de una vez: “La educación es la herramienta más poderosa de cambio”, no es una excepción. Capacitemos, entreguemos herramientas a nuestros equipos y formemos a las nuevas generaciones para que avancemos de manera consistente hacia cambios de calidad, concretos y permanentes, que nos permitan contribuir positivamente al desarrollo de un mercado de capitales más eficiente y sustentable.