En los últimos años, la conversación sobre cómo la tecnología y la inteligencia artificial (IA) pueden mejorar tanto las prácticas de sostenibilidad empresarial como la integración de criterios de sostenibilidad en las inversiones ha cobrado gran relevancia. Desde el aumento en la eficiencia productiva que reduce la huella ambiental de las empresas, hasta sistemas de automatización y uso de IA en el análisis y proyección de datos ASG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza) para la toma de decisiones más informadas. Los avances tecnológicos prometen mejorar las prácticas empresariales hacia el desarrollo sostenible. Sin embargo, ¿qué tanto se están considerando los riesgos que la tecnología representa para la sociedad y el medio ambiente?
A pesar de que los factores ASG se han consolidado como una preocupación clave para los inversionistas, los impactos sociales y ambientales de la tecnología siguen siendo un punto ciego en los marcos ASG y las prácticas de inversión actuales. Esta brecha es perjudicial para la inversión sostenible, ya que implica que las contribuciones, riesgos e impactos asociados a los proyectos tecnológicos no están siendo adecuadamente abordados.
La innovación tecnológica está transformando todas las industrias, mejorando la productividad y la eficiencia, creando oportunidades para nuevos productos y servicios, y convirtiéndose en un elemento esencial para cualquier negocio. Desde la perspectiva de los inversionistas, la tecnología se ha vuelto un factor clave en la evaluación del potencial de las inversiones. Sin embargo, la innovación no siempre equivale a progreso. Sin una gestión adecuada, la tecnología puede agotar recursos o comprometer el bienestar humano.
Ejemplos como las redes sociales, la inteligencia artificial y los activos digitales (como las criptomonedas) son ya parte esencial de la vida moderna. Estas tecnologías facilitan la comunicación, el acceso a la atención médica, optimiza procesos y mejora la toma de decisiones, lo que ha impulsado su adopción de manera exponencial por personas y empresas alrededor del mundo, superando el crecimiento de cualquier otro sector de la economía. Como resultado, la industria tecnológica ha atraído flujos de capital sin precedentes, con valoraciones en auge durante la última década. Hoy en día, ocho de las 15 empresas más valiosas del mundo pertenecen al sector tecnológico, el 30% del índice S&P 500 ESG está compuesto por empresas tecnológicas, y el ecosistema de startups tecnológicas continúa expandiéndose rápidamente.
Además, los avances tecnológicos han llevado a que prácticamente todas las empresas estén incursionando en la tecnología en algún grado. Hoy en día, compañías de sectores tan diversos como el retail y el lujo emplean tecnologías como IA o blockchain para mejorar la logística, el marketing o el desarrollo de productos (por ejemplo, los NFT en la industria farmacéutica). En paralelo, la creación de áreas de Corporate Venture Capital (CVC) y modelos de innovación abierta son cada vez más comunes, impulsando aún más el auge de la tecnología en todos los sectores.
Sin embargo, junto a los beneficios que ofrece la tecnología, surgen riesgos significativos, para las personas, para el planeta y para las inversiones. Por ello, es crucial que los inversionistas jueguen un papel activo en asegurar que ésta contribuya positivamente a la sociedad, y que los riesgos inherentes a su uso se mitiguen adecuadamente.
Es fundamental que las prácticas de inversión sostenible incluyan la evaluación y mitigación de los riesgos ASG asociados tanto a las empresas tecnológicas como a las innovaciones tecnológicas implementadas en sectores tradicionales. El problema principal es que los marcos ASG actuales, centrados en los riesgos de la economía real, tienden a pasar por alto los riesgos inherentes a la tecnología, dejando a los inversionistas sin las herramientas adecuadas para gestionar la complejidad de su impacto.
Uno de los grandes retos es que los marcos más utilizados, como SASB, tratan a la tecnología como un sector específico, y por lo tanto no se aborda de manera integral los efectos más amplios de la tecnología en temas clave como la privacidad de los datos, los derechos humanos, la inclusión y la accesibilidad en las empresas de todos los demás sectores económicos.
Por ello, resulta esencial que los marcos de inversión responsable se amplíen para cubrir tanto los riesgos de la economía real como los riesgos específicos de la tecnología mediante un enfoque más integral. Esto es crucial tanto para inversiones en empresas tecnológicas como en el resto de sectores, pues la tecnología está desempeñando ya en todas un papel vital. Solo así, los inversionistas podrán incorporar de manera más efectiva los asuntos ASG en sus decisiones y desempeñar un rol más activo en garantizar que la tecnología en la que invierten contribuya positivamente a la sociedad, mientras mitigan los riesgos para la humanidad y el planeta.
Para lograrlo, los inversionistas necesitan marcos que:
- Complementen e integren sus herramientas de inversión responsable actuales.
- Se adapten a sus valores y filosofía de inversión.
- Ofrezcan una cobertura integral de los impactos y contribuciones de la tecnología, con el nivel adecuado de detalle.
- Incorporen los riesgos y oportunidades específicos asociados con los diferentes tipos de avances e innovaciones tecnológicas en empresas de distintos sectores
Contar con un enfoque ampliado de la inversión ASG que incluya también los riesgos y oportunidades de la tecnología permitirá a los inversionistas evaluar los riesgos ASG de manera integral, tomar decisiones más informadas y ayudar a sus portafolios a navegar los desafíos y oportunidades del crecimiento impulsado por la tecnología, tanto en mercados públicos como privados. Por ello desde Sustechnability estamos impulsando modelos ESG+T en donde los impactos, riesgos y oportunidades de la tecnología son tenidos en cuenta de manera transversal en todas las inversiones. Así contribuimos a un ecosistema tecnológico en la región más sostenible, resiliente y próspero.