Desde el año 2000, Pacto Global (Global Compact), iniciativa de las Naciones Unidas, invita al empresariado de todo tipo, organizaciones sociales, entidades académicas y medios de comunicación a comprometerse con los Derechos Humanos, Estándares Laborales, Medio Ambiente y Lucha contra la corrupción para tener un mundo más humano. Desde el 2015 coadyuva en la Agenda 2030 de Sostenibilidad con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible -ODS-. Hoy más de 23 mil empresas y organizaciones adhieren a esta iniciativa y más de 600 en Colombia.
La sostenibilidad, integración armónica entre las dimensiones económica, social y ambiental, en un marco de los Derechos Humanos y la integridad es la base de este diálogo mundial. Implica comprometernos para un mundo mejor, donde nadie se quede atrás y avancemos conjuntamente en el Desarrollo Sostenible.
Esta agenda que tiene su corte de cuentas al 2030 plantea acciones estratégicas para que en el mundo globalizado las personas podamos tener un mundo más solidario, prosperando económicamente y utilizando adecuada y racionalmente los recursos naturales, siempre bajo el paraguas de la promoción y respeto por los Derechos Humanos y la integridad y la transparencia como patrones de conducta.
Surge entonces si es dable para un empresario apostarle a la sostenibilidad como parte integral de su estrategia de negocios. La respuesta es un contundente SÍ. ¿Y por qué?
En primer lugar, desde el aspecto ético y de humanidad, la articulación armónica entre las dimensiones económicas, sociales y ambientales es un imperativo moral.
En segundo lugar, cada vez hay más consumidores informados y preocupados por lo que sucede en el mundo, demandando productos y servicios que tengan un valor agregado adicional al tradicional de calidad y precio; ya las preguntas de si el bien que se está comprando cómo se hizo, con cuáles recursos, si se están pagando adecuadamente a los trabajadores, si el producto favorece una nutrición más sana, si el proceso productivo no produce efectos irreversibles y no compensados al ecosistema, si las cadenas de comercialización son lícitas, entre otras, forman parte del cuestionario actual.
En tercer lugar, las regulaciones y normativas están siendo más exigentes en temas de derechos humanos, ambientales y sociales; por lo tanto, cumplir con ellas da a un empresario una ventaja comparativa frente a sus competidores y además le abre la posibilidad de ampliar los mercados, ya que de hecho se pueden convertir en barreras de acceso sino se cumplen con determinados estándares.
En cuarto lugar, el sistema financiero está destinando cada vez con mayor frecuencia y notables recursos, presupuestos y programas de créditos para financiar proyectos donde las dimensiones sociales y ambientales están en primer orden.
En quinto lugar, se aumenta la percepción positiva de la empresa u organización que integra la sostenibilidad en la estrategia del negocio; la reputación es un activo importante y de hecho facilita la denominada licencia social para operar en cualquier entorno, sobre todo en aquellos que tienen muchas dificultades.
Ahora mirando desde información recopilada y el papel de las empresas frente a la sostenibilidad, con la Cámara de Comercio de Bogotá, Fundación Bolívar-Davivienda, Fundación Corona y la Red Colombiana del Pacto Global, desde hace ocho años estamos indagando el papel de las empresas y organizaciones en el cumplimiento de los objetivos propuestos, bajo la plataforma Unidos por los ODS.
Sin duda las empresas grandes han liderado de mejor manera el tema de sostenibilidad, lo cual no es extraño y corresponde a la tendencia mundial. Se resalta que estas empresas comienzan a involucar a su cadena de valor ampliando el rol de las PYMES en este propósito.
Frente a las acciones sociales, especialmente con los ODS 1, Fin de la Pobreza, ODS 2, Hambre Cero, ODS 3, Salud y Bienestar y ODS 4, Educación de Calidad, satisfactoriamente se observó que hay un aumento en el número de empresas con acciones sostenibles en estos campos, con datos cercanos al 90% en general y casi del 98% en las grandes empresas.
Un indicador interesante (ODS 1 Fin de la pobreza y ODS 10, Reducción de las desigualdades) es que por cada billón de pesos de ingresos operacionales hay alrededor de 60 mil beneficiarios, sin contar trabajadores y cadena de valor. Solo proyectos de claro tinte social.
En el ODS 5, igualdad de género, si bien la mayoría de los empleados registrados son mujeres (superior al 52%), todavía hay brechas en los sistemas de protección social en comparación con los hombres.
En el ODS 13, Acción por el cima, Frente al tema de eficiencia energética se resalta que más del 70% de las empresas auscultadas tienen una política general, lo que indica una mayor conciencia sobre su importancia.
Con relación al ODS 8, Trabajo decente y crecimiento económico, se presenta el Valor Económico Generado (VEG) donde las variables operativa, compromisos laborales laborales, obligaciones fiscales con un poco más del 90 % corresponde a una acción bidereccional hacia la sociedad a través de costos, salarios y beneficios, impuestos e inversiones en la comunidad.
En cuanto a inclusión laboral y reducción de las desigualdades, aproximadamente el 70% de las empresas tiene políticas dirigidas a la población en su zona de influencia, ODS 11, Ciudades y Comunidades Sostenibles, y un porcentaje similar al desarrollo profesional de los jóvenes de 18 a 28 años. En menor grado se observa temas de tercera edad, desplazados, migrantes y campesinos.
En los temas ambientales, hay políticas en gestión de residuos en cerca del 90% de las empresas, ODS 12, Producción y Consumo Responsable; y entre el 60% y el 80% en prevenir la contaminación del aire; protección de los Ecosistemas Acuaticos (ODS 14) y en los ecosistemas terrestres (ODS 15).
Con relación a Derechos Humanos, ODS 16, Paz, Justicia e Instituciones Sólidas, cerca del 70% de las empresas tenían políticas dirigidas a empleados y proveedores. Igual proporción frente a Derechos Humanos en contratos con proveedores, empleados o directivas, así como cláusulas que aborden temas de anticorrupción y conflictos de interés para mitigar riesgos y fomentar una cultura ética en las empresas.
En resumen, sin duda alguna, las empresas están contribuyendo significativamente hacia un desarrollo sostenible y equitativo. Hay que seguir mejorando. Obviamente hay limitaciones profundas para alcanzar el cumplimiento pleno de las metas al 2030. Por lo tanto, el trabajo de todos sin excepción es redoblar esfuerzos para reducir estas brechas y seguir avanzando a paso firme y seguro para lograrlo. Insistir, resistir, persistir y no desistir son las bases del diccionario de la sostenibilidad. ¡Manos a la obra!